La salida de ADCV de la Fundació del Disseny de la Comunitat Valenciana deja entrever los problemas generados por esta entidad de nuevo cuño en el sector del diseño valenciano.
Editorial: Tomás Gorria / Paco Ballester
La decisión de la ADCV de retirarse de la Fundació del Disseny es un acontecimiento muy relevante a la hora de analizar el momento actual del diseño en la Comunitat Valenciana, una vez finalizado el año dedicado a la Capitalidad Mundial del Diseño. Para situarnos en antecedentes, nuestra linea editorial a lo largo de diez años siempre ha sido la de divulgar el trabajo de los diseñadores y las empresas que conforman el ecosistema del diseño valenciano, a través de esta revista digital o la organización de PechaKucha Night València (con la colaboración de Las Naves-Centre d’Innovació), entre otras propuestas. A pesar de esta trayectoria, la relación con la Capitalidad del Diseño no se desarrolló nunca con la fluidez que nos hubiera gustado y quedamos al margen de las actividades desarrolladas por la Capitalidad, quedando nuestro papel en meros receptores de notas de prensa. Debido a la escasa comunicación con la Capitalidad, que devino en falta de información contrastada, optamos simplemente por valorar el año a través de una pequeña encuesta en la que se reflejaba la opinión de diseñadores y estudios, y que creemos ajustada a la opinión mayoritaria. En este sentido, y a la espera de ver su desarrollo, optamos igualmente por no valorar de inicio la nueva entidad surgida tras la Capitalidad y que debía, como así indicaban sus responsables, continuar las actividades propuestas desde la Capitalidad al tiempo que asumir y desarrollar su legado.
No es menos cierto que cuando hablábamos con los actores de la escena del diseño en València sobre la Capitalidad Mundial, percibíamos cierta decepción en el sentido de que se había contado poco con la escena local o sobre la escasa trascendencia para la sociedad, en su acepción más amplia, de los eventos surgidos desde la Capitalidad. Detectamos también, entre otras cuestiones, dudas considerables sobre la necesidad de la publicación detallada de las cuentas y la gestión de las subvenciones púbicas recibidas, la gestión del Ágora del Diseño (desde su misma propuesta hasta su destino final) o la publicación del estudio sobre la repercusión turística y económica de la Capitalidad, realizado por parte de una entidad vinculada en el pasado a la organización.
La noticia de la salida de ADCV de la Fundació del Disseny ha abierto desde el pasado viernes la caja de los truenos en torno a la Fundació del Disseny. Las noticias publicadas por medios como Gràffica, València Plaza o Las Provincias vienen avaladas por la confirmación de un documento que refleja, con firmas incluidas, la insatisfacción de figuras relevantes de nuestro diseño con el funcionamiento de la Fundació. Las críticas se centran en la falta de representatividad de la misma (o, mejor dicho, la asunción de una pretendida representatividad auto-otorgada), la opacidad en torno a las subvenciones públicas recibidas y su destino (eventos, encargos profesionales, pago de nóminas, etc) que devienen en una suerte de competencia desleal frente a otros profesionales del sector así como un papel asumido per se que choca directamente con funciones que vienen realizando entidades como ADCV.
Suele decirse que en cualquier empresa la gestión de su legado es el mayor reto. Lamentablemente, la sucesión de informaciones en torno a la Fundació del Disseny deja a las claras que la gestión de su nacimiento, el papel asumido, la recepción de recursos públicos y la actividad que desarrolla no se ajustan con las expectativas de muchos profesionales y de hecho, generan un descontento que ya ha trascendido a los medios.
Sería deseable que, en aras de una mayor transparencia, sus responsables salieran a la palestra para ofrecer explicaciones sobre la actual gestión de la Fundació del Disseny y las reacciones adversas que ha generado su actividad, reflejadas en medios especializados y generalistas. Porque la tormenta en torno al diseño en la Comunitat Valenciana amenaza con oscurecer todavía más el supuesto legado de la Capital Mundial del Diseño.