El proyecto se organiza entorno a espacios articulados por paneles móviles.
Texto: Ana Asensio
Fotografías: Milena Villalba
Una cosa que nos ha enseñado la arquitectura es que no hace falta buscar grandes espacios para hablar de ella. La vocación de arquitectura está presente de manera interescalar, en lo urbano como en el pequeño detalle. Y es que desde el más mínimo encuentro entre piezas, hasta en las relaciones entre megaestructuras, todo adquiere sentido con la presencia humana, con el movimiento perpetuo de las actividades diarias, con la relación entre lo material que alberga y conecta, lo humano que habita, y el entorno que acoge. Cómo se comunica el cuerpo humano en esa relación triangular es probablemente la esencia de la arquitectura.
Para hablar de relaciones corporales con espacios construidos es muy atrayente por ejemplo observar los ámbitos para la danza, y cómo el movimiento del cuerpo desencadena toda una coreografía de espacios. Pero huyendo de grandilocuencias, y buscando más lo cotidiano, lo pequeño, lo imperceptible, me ha resultado interesante un ejemplo tan sencillo como claro: la Clínica de fisioterapia y osteopatía AZA, de los estudios de arquitectura CRUX y Carpe.
Este proyecto consiste en la reforma de un local que podría estar en una calle cualquier de nuestras ciudades, sin tener un contexto especialmente condicionante, y con una planta regular rectangular, con acceso por uno de sus laterales menores. Lo interesante de este proyecto es cómo entiende que la persona es sin duda el centro de la obra, y la osteopatía, rama de la salud basada en la concepción holística del cuerpo humano y en una interrelación de todas sus partes, es la disciplina que rige su configuración espacial.
Casi como una metáfora, la clínica se organiza entorno a espacios articulados por paneles móviles, colgantes, que transforman la posición de los elementos de separación, las visuales, los recorridos, adaptándose a un programa de usos que optimiza la escasa superficie, que reactiva la excesiva rigidez del contenedor rectangular, y que ante todo, da la escala apropiada, ni más, ni menos, a cada actividad humana. La estructura móvil divide la clínica en cuatro cuadrantes principales: sala de espera, sala polivalente, consulta y servicios. Zona de tratamiento, espacio de yoga, actividades de recuperación, o incluso charlas y presentación de productos; tienen todas cabida en un mismo lugar, y son esas actividades las que alteran la arquitectura. Partes interrelacionadas, movimiento y articulación de los elementos: la analogía es evidente.
Tal y como los espacios se muestran sin pudor, los sistemas empleados y la materialidad que los compone aparece desnuda, en la medida exacta, de forma cálida y humilde: paneles de madera, carpintería metálica, policarbonato, trabajan la textura, temperatura y luz, dotando de ese carácter cercano, reconocible y palpable.
En palabras de Raquel Sola y Alejandro García, de CRUX, «esta clínica no tendría sentido sin las manos; ellas adaptan el espacio, lo manipulan». Parece una bella forma de trabajar la arquitectura, en este caso, desde el tacto, presente tanto en el uso que desarrolla, como en la generación de espacios, hasta el detalle constructivo. Y esa coherencia no es otra cosa que el oficio de la arquitectura, tratado con cariño, sencillez y perspicacia.
Ficha técnica:
Título Obra: Clínica AZA
Objeto: Clínica de fisioterapia y Osteopatía
Tipo: Reforma/Local
Localización: Enguera, Valencia (Spain)
Año: 2017
Equipo Arquitectos
Raquel Sola y Alejandro García, de CRUX
Irene Reig, de Carpe
Fotógrafa: Milena Villalba
Artículo y Redacción: Ana Asensio
Traducción esp-eng: Natalia Dalinkevicius