Segunda parte de la entrevista realizada por Álex Serrano y Lydia Albert.
Consulta la primera parte de esta entrevista:
Entrevista a Manolo Bañó (I): “Las escuelas de diseño deben estar menos condicionadas por las etiquetas”
Texto: Álex Serrano
Fotografías: Lydia Albert
Álex Serrano: ¿Por qué crees que el gobierno no apuesta por el diseño?
Manolo Bañó: No espero nada de este gobierno, sólo que cambie, que se vaya y que cargue con su responsabilidad. Los gobiernos en todo caso deberían apostar por la cultura en general y por la cultura empresarial en particular, y solo con eso el diseño saldría reforzado. Pero solo piensan en el dinero, ni siquiera en la economía; en el dinero. Y el buen diseño no tiene como objetivo principal ganar dinero sino ganar en bienestar común. Pero parece que ese concepto no lo entienden, sólo hay que ver como les preocupa convertir España en un producto de marca. Hay otras cosas más importantes que el diseño, así que la prioridad no debería de ser esa sino que atendieran a otros aspectos sociales mucho más importantes como los derechos sociales y devolvieran la dignidad a las personas.
Álex Serrano: ¿No crees que los diseñadores han atendido e idolatrado mucho el objeto y poco las relaciones sociales que éstos generan?
Manolo Bañó: El diseñador de antes de esta crisis mundial era un diseñador mucho más encerrado en su estudio y en su mundo. Además, sólo hablaba en términos de diseño. Ahora yo creo mucho más en el diseño estratégico, aunque con ciertos matices. El diseñador tiene ahora que abrirse camino desde dentro del mundo de la industria. Estamos de nuevo en un ciclo de neo-artesanado post-industrial -ya lo decía Mendini hace 35 años- y es momento de poner en valor lo artesanal y lo singular desde el medio industrial. Estamos en un momento en el que se pueden plantear diseños muy exclusivos dentro de grandes producciones, porque ahora los sistemas productivos permiten hacer diseños personalizados a la carta dentro de grandes tiradas. Las nuevas máquinas de prototipado van a suponer una pequeña revolución, otra manera de acercarse a los objetos. Son la nueva ebanistería del diseño. Creo que los diseñadores deberíamos cambiar el sistema desde dentro aunque de momento es el sistema el que marca la pauta y nos obliga a acoplarnos a sus leyes.
Álex Serrano: Esto se relaciona con tus dos proyectos de diseño social. ¿Piensas que el diseño puede resolver desigualdades sociales?
Manolo Bañó: Sí, claro. Una de las funciones del diseño es acompañar al hombre y hacerle la vida más fácil. Esa característica del diseño lo hace caminar hacia una utopía en la que los diseñadores deberíamos sentirnos a gusto. Me digo a mí mismo que los pequeñísimos pasos que doy, mis pequeñas aportaciones, sí que servirán en un lapso de tiempo que tiene que ver con el tiempo de la humanidad. Así que no espero recompensas a corto plazo, yo voy haciendo marcha, y ya está. Los proyectos que hacemos en Free Design Bank son un ensayo de laboratorio. Si tienen alguna repercusión global vendrá después de muchos ensayos en el que participen muchas personas creativas, diseñadores con ganas de cambiar las cosas y de trabajar por la justicia social desde su profesión. Ahora bien, como ensayo de laboratorio sí que dan unos resultados concretos que cualquiera podría aplicar.
Un ejemplo es el proyecto denominado Dexde (design for development), que llevamos a cabo con grupos de mujeres discapacitadas y excluidas en Senegal, o el trabajo con las mujeres de Kenia (Afrikable) o con las comunidades indígenas de Ecuador (Talleres del Gran Valle). Y puedo decir que los resultados de esos proyectos han llegado a mejorar las condiciones de vida de las comunidades, y han demostrado que si prestamos atención a los desfavorecidos allá donde se origina el problema resolveremos un problema de injusticia social grave, pero además evitaremos un problema de inmigración difícil de resolver a posteriori. Si los seres humanos pueden llevar una vida digna allá donde tengan sus raíces no se verán obligados a arriesgar su vida por un sueño inexistente. El proyecto Free Design Bank le ha dado sentido a todo lo que he aprendido sobre diseño a lo largo de mi vida. Si mi objetivo como diseñador consiste en hacer objetos que hagan la vida más fácil a los demás, yo lo compruebo proyecto a proyecto. Nosotros trabajamos con gente que no tiene nada, ni siquiera salud, en el entorno más duro e inimaginable posible, y gracias al diseño, en su sentido mas amplio, pasan de esa situación límite a conseguir un nivel de vida aceptable y digno, pero sobre todo, a recuperar su autoestima. Porque no es sólo que ganen dinero con el que sobrevivir, es que ganan autoestima y se sienten unas personas útiles en su propio entorno. Entonces, fíjate si el diseño funciona. Va mucho más allá de la creación y la venta de un objeto. Consigue hacer que una persona se sienta útil, integrada, capaz de dirigir su vida, que tenga esperanza, que tenga fuerza e ilusión para formar una familia. Que no le de miedo el futuro… Todo eso lo puede aportar el diseño. ¿Mágico, no?
Álex Serrano: ¿Crees, como afirmaba en la entrevista Xavier Giner, que al diseño le hace falta visibilidad en términos sociales?
Manolo Bañó: Con mi amigo Xavier estoy de acuerdo en muchas cosas. Además, me gusta discutir con él, lo que pasa es que me gana siempre, porque sabe más que yo. Pero creo que el mejor diseño es invisible, pero perceptible. Supongo que se referiría a eso. Al diseño, más que visibilidad, le hace falta fondo y le sobra forma. Hoy cualquier cosa se confunde con el diseño. Ese concepto tan extremadamente universal nos confunde. Me gustaría que cuando habláramos de diseño no habláramos de cualquier cosa de aspecto moderno. El diseño se ha devaluado en medio de esta abrumadora proliferación de diferentes propuestas estéticas y ha perdido significado, valor e identidad. Hay que profundizar en los objetos, en su origen, en su historia, en lo que nos enseñan. Falta profundizar en lo que los objetos nos pueden ofrecer para mejorar nuestra vida a medio plazo, no a corto. Porque vivimos en una época en la que estamos sobresaturados de lecturas superficiales de los objetos. Se le llama diseño a cualquier cosa. A este fenómeno yo le llamo “diseñitis”. Somos demasiado complacientes al llamar “diseño” a cualquier exceso de experimentación creativa. Así que sí, sobra diseño mal entendido y falta más diseño bien entendido.
Lydia Albert: ¿Y qué es un diseño bien entendido? ¿Dónde están los límites?
Manolo Bañó: Mira, el diseño bien entendido es el que tiene un propósito y cuenta una historia que lo justifica, el que tiene un discurso detrás. Igual que en literatura hay historias más o menos interesantes, en términos de diseño, el discurso, es decir, aquella historia que cuenta, es lo que define el buen diseño. Y lo que cuenta tiene que ver con cómo empieza y cómo acaba, y cuál es el núcleo, el origen del diseño. Los objetos con origen, con raíces, son por los que tienes más aprecio siempre. Un buen diseño es el que te ha contado una historia que tú reconoces y de la cual formas parte. El buen diseño debe ser capaz de contener recuerdos, como las arrugas de la cara del abuelo, como el cuero gastado de una butaca, como el desgaste de un skate o como la pátina amarillenta de una tabla de surf muy usada. El paso del tiempo sobre los objetos, con el permiso de la obsolescencia programada, nos habla de una vida bien vivida y rica en experiencias.
Álex Serrano: ¿Y qué te parece el diseño irónico? ¿Ese diseño que quiere ser pero no?
Manolo Bañó: A mí me gusta mucho la ironía, pero cuando es sutil, cuando me cuesta pillarla y me sorprende y eso me hace sentirme conectado con el autor y cómplice del diseño. Pero he de reconocer que a veces el diseño se nota tan preocupado por epatar y por sorprender que el propio acto de diseñar “con brillo” se convierte en parte del problema y no en la herramienta que responda a una necesidad humana.
Lyda Albert: Es difícil trabajar con la ironía. O es muy fino, como dices, que incluye al usuario, o es bárbaro y lo excluye.
Manolo Bañó: Un familiar decía que la ironía era un reflejo de la inteligencia. En diseño funciona igual. Una propuesta irónica normalmente es interesante.
Lydia Albert: Dicen que el sarcasmo refleja la inteligencia de la persona.
Manolo Bañó: Por cierto, ¿cómo veis vosotros la situación de la enseñanza de diseño?
Lydia Albert: Falta disciplina con los alumnos y entusiasmo en lo que se hace. Supongo que el hecho de tener una formación profesional en el diseño facilitaría mucho las cosas. La falta de motivación en muchos profesores genera incertidumbre y rabia en los alumnos.
Manolo Bañó: Lo que más me enciende de un profesor es que no le ponga entusiasmo. La docencia te tiene que gustar, y si no, dedícate a otra cosa. Te debe de gustar, interesar, motivar…Yo llevo 28 años dando clase de proyectos de Diseño Industrial y me siento afortunado porque disfruto enormemente con mi trabajo, me siento muy bien dando clase aunque para ello he necesitado hacer el doble esfuerzo de ser profesor y profesional toda mi vida, porque creo que es la única manera de poder enfrentarte a los alumnos en condiciones. Sí que es verdad que debes tener una formación académica para saber estructurar la clase y darle profundidad y fundamentos académicos, y esto te ayuda a plantear muchas cosas que como profesional no harías, pero para ciertas materias muy relacionadas con la práctica de la profesión, como la de “proyectos” además tienes que trabajar como profesional, vivir la calle y estar al día. Es verdad que eso es difícil y muy sacrificado pero a cambio te facilita el reconocimiento y el respeto profesional en el aula.
Álex Serrano: A lo largo de tus trabajos, diseños, años de formación, ¿qué te ha dado la experiencia de los años?
Manolo Bañó: La experiencia me ha dado incertezas, lo cual me encanta, porque las incertezas traen preguntas, replanteamientos, diferentes caminos y alternativas. Ahora sé que no hay nada cierto, que todo cambia, que la vida se mueve por ciclos; que lo que hoy es fundamental mañana es irrelevante, que nunca estás en el mismo sitio. Y que el diseño y los diseñadores somos tan imprescindibles como cualquier otro profesional. Eso es lo que me ha traído la experiencia. Por un lado incerteza, y por otro lado seguridad, que no es lo mismo. Seguridad en cuanto a que me conozco muy bien, conozco muy bien mis límites y capacidades, lo que me gusta, lo que no me gusta, dónde soy capaz de llegar y dónde no, dónde me siento cómodo, etc. Eso es un regalo que solo te da la experiencia y la madurez. Las incertidumbres son las que me hacen mirar al futuro con ganas, con ganas de correr hacia delante.
Álex Serrano: ¿Y hacia dónde te diriges?
Manolo Bañó: Busco mi centro, mi eje.
Álex Serrano: ¿Tu centro de gravedad permanente?
Sí, sí. Busco mi centro de gravedad permanente. Mira que me gustaba poco Battiato y cada vez me gusta más. Pero sí, a estas alturas busco mi centro, personal y profesionalmente. Y lo busco también, porque como profesor, debo transmitir confianza para ser capaz de motivar a los demás. Yo soy una persona muy motivada, me faltan vidas para hacer todo lo que me gustaría, y eso también puede que lo haya adquirido con el tiempo. Pero lo que más me gusta es motivar a los demás, a la gente joven. Me entusiasma. A veces pienso que les muestro más puertas de las que ellos pueden abrir, porque ellos llevan su tempo y también se dedican a otras cosas, y yo sólo me dedico a esto, así que tiendo a agobiarles un poco. Pero eso es un poco lo que quiero hacer en el futuro, motivar a la gente que se interesa por el mundo del diseño y de la creatividad. Eso con respecto a los demás. Y para mí, busco seguir disfrutando con la periferia del diseño. Aunque en realidad, creo que mis proyectos en regiones deprimidas de África o Sudamérica no son la periferia sino el mismo centro, el origen del diseño para el mundo real, como lo definió Papanek. Lo que pasa es que se percibe como la periferia, como algo marginal. Pero a mí me da igual. Cada uno pone el centro donde quiere. Creo que en el origen del diseño está cubrir las necesidades básicas de la gente y que esas necesidades pasan por tener futuro y esperanzas en la vida. Por eso, los proyectos en los que trabajo sí que ofrecen eso. Pienso que ese es el centro del diseño y a partir de ahí, como en espiral, se deben desarrollar otras series de conceptos relacionados con la sociedad en la que vivimos, con la justicia e injusticia social, etc. Ese es mi centro, y la sociedad ahora mismo vive en la periferia, vive fuera de la realidad, alejada de la justicia social y de la solidaridad, preocupada por consumir y sobresalir, y por tanto, muy descentrada. A veces esa visión me desalienta y me entristece, por eso no espero a nadie y voy a mi marcha.
Álex Serrano: ¿Tienes problemas de que no se reconozca el concepto de diseño que propones?
Manolo Bañó: Tengo importantes apoyos y eso me basta. Mi universidad, el CEU apoya este proyecto desde hace 15 años, el Santander financia parte de los proyectos, y mis compañeros me respetan. Pero es verdad que al valorar un diseño creo que se mira demasiado la superficie, el acabado, la puesta en escena, la repercusión en revistas… Pero para mí el diseño es otra cosa. A mí me interesa la repercusión en las personas y no en las revistas, pero claro, si no sales en las revistas, mucha gente piensa que no existes. Si tu diseño es rugoso, si tu diseño es imperfecto, demasiado original (de origen) demasiado radical (de raíces) o básico, no se lee como buen diseño sino como un protodiseño, como algo que no es y que no será. Se busca la imagen perfecta aunque la perfección “irrite a los Dioses”… Quizás por eso algunos indígenas de Mexico realizan una prenda tradicional muy rica en ornamento; el “quechquémelt” que intencionadamente se fabrica con un pequeño defecto para no irritar a los dioses con su perfección…
Muchos compañeros valoran el esfuerzo de las personas, el proyecto, la idea, pero luego no son capaces de valorar esas variables al evaluar el resultado. Esto me ha pasado mucho. Cuando hacíamos diseño popular para una mayoría de usuarios de clase media, gente trabajadora, en Muñecas Famosa o Juguetes Chicos, diseñando el Pin&Pon, Barriguitas, Nenuco etc. nadie reconocía el valor de ese diseño porque era popular y no era fino estéticamente. Por decirlo con sorna; no era “estilo diseño” como me he oído por ahí. Claro, en ese sentido, me las he llevado de todos los colores. Resulta curiosa la poca sensibilidad que ha habido hacia otros sectores del diseño importantísimos para la Comunidad Valenciana como por ejemplo el juguete o el sector del plástico que nunca se han considerado en el mundo del diseño ni siquiera por la propia comunidad de diseñadores para los que a veces sólo parece existir el mueble y la iluminación. El trabajo que hacemos ahora en países pobres funciona, da resultados, da dinero, calidad de vida, felicidad, ilusión, autoestima… ¿Cómo no comprenderlo y cómo no reconocerlo?
Álex Serrano: Es verdad que lo que más abunda es el diseño impoluto, blanquito, con un poco de madera, para revistas y escaparate. Vamos, el click a “me gusta” a toda costa
Manolo Bañó: Eso no tiene tanto que ver con el diseño, como con aspectos comerciales que van asociados al diseño, que en un momento dado los puedes necesitar para mantener la imagen de tu empresa. Es una buena forma de promocionarse, pero más que diseño, es una estrategia comercial de diseño. Una imagen coherente y cálida, fondo blanco o gris y letra helvética…. fenomenal. Pero el tipo de producto que hago no va por ese camino. No se llama a la reflexión con letra helvética y escala de grises, pero has de saber que esa manera de actuar no te va a dar visibilidad en círculos del diseño. Aunque ojo, a veces también necesitas que te den una palmadita en la espalda, que te saquen en DissenyCV… Pues sí, claro que sí, y me encantará compartirlo con los amiguetes. ¿A quién no le gustan los elogios? Todos necesitamos ciertas dosis de reconocimiento.
Álex Serrano: ¿Qué es lo que más te interesa de los proyectos?
Manolo Bañó: Lo que más me interesa es esa visión amplia del mundo, porque los diseñadores en general, tradicionalmente nos hemos movido en un mundo muy pequeñito, muy local. Hemos sido muy de “la terreta”. A mi me interesa más una mirada lejana, “glocal” que no global. Pero sobre todo me interesa que los alumnos, y la gente interesada en el proyecto Free Design Bank, se de cuenta que la parte del mundo que creemos que es el mundo, es en realidad un pequeño oasis en el desierto, que nuestro nivel de vida es excepcional si lo comparamos con el resto del mundo, que vivimos en la mejor de las situaciones, desde el punto de vista de las comodidades, de la seguridad, del acceso al dinero, la sanidad, etc. Y quisiera que se dieran cuenta que a través de su profesión, pueden trabajar en el mundo real, no en el oasis.
Álex Serrano: ¿Y las clases?
Manolo Bañó: Sigo muy ilusionado con la formación de la gente. Tanto las clases como los proyectos de cooperación y diseño social son mis dos pilares profesionales y vitales. En estas profesiones, los que nos dedicamos a ello y nos gusta lo que hacemos, tenemos la suerte de que nuestra vida personal descansa, en parte, en nuestra vida profesional.
Álex Serrano: Es una suerte poder dedicarte al diseño, tal como está el panorama.
Manolo Bañó: Sí, tengo el privilegio de contar con el respaldo del CEU, que me permite enseñar el diseño como yo lo entiendo, con todos los medios a mi disposición, sin ninguna cortapisa de ningún tipo, y que me permite desarrollar los proyectos de diseño social incluso con su financiación. La “empresa” que tengo detrás, la Fundación CEU, apoya mi trabajo, lo reconoce e impulsa. No puedo pedir más. Y también, el entorno en el que trabajo lo propicia, porque la Escuela de Diseño del CEU durante 27 años ha sido, y hoy sigue siendo, uno de los mejores sitio donde formarse en Diseño.