El estudio valenciano asume el diseño de interior de un local ubicado en un edificio de 1850.
El proyecto de diseño de interior del restaurante Oslo, a cargo de Borja García Studio (Borja García y Laura Ros) se ubica en un edificio del año 1850 en pleno corazón de la ciudad de Valencia. Situado entre la transitada Plaza del Negrito y la catedral de la ciudad, el objetivo fundamental de la intervención ha sido respetar al máximo la atmósfera del edificio, su materialidad y distribución. Se trata del tercer proyecto de este estudio para el Grupo Copenhagen.
El espacio se divide en dos alturas articuladas por una escalera de grandes dimensiones realizada en ladrillo macizo, muestra de la construcción original del edificio. El acceso queda delimitado por un grueso portón de madera que conecta el restaurante con el exterior remarcando el carácter abierto de la planta baja. Esta zona se plantea con un carácter más informal y cercano, orientado hacia aperitivos y cenas ligeras. Una idea que se acentúa con la presencia de una esbelta estantería de fino acero lacado en negro mate que se entreteje con la rotunda presencia del ladrillo del S. XIX.
Superada la barra encontramos un espacio presidido por la ilustración “Drikker og venner” -del profesional valenciano Lawerta– que juega con una imagen de la ciudad nórdica que a través de un trazo manual y artesano llena de color y calidez el espacio. Una mesa alta nos transporta a las tradicionales cantinas, mientras frente a ella se abre una barra y diferentes mesas altas completan la estancia buscando el dinamismo de esta zona de bar.
El segundo nivel del local se divide en tres estancias. La primera de ellas se caracteriza por los tres huecos que vuelcan a la calle peatonal e inundan de luz el espacio principal. Esta luz se se consigue estirar hasta el fondo del local a través de particiones permeables que permiten su paso libre por todas las salas. Una gran mesa redonda y una sucesión de mesas rectangulares permiten dar respuesta a una amplia variedad de situaciones de uso, incluso en la segunda y tercera estancia donde se ha buscado un carácter más íntimo, quedando resguardadas entre huecos y estanterías.
Buscando el máximo respeto al edificio sobre el que se asienta el proyecto, se ha recurrido a un mobiliario que no interfiera en la atmósfera cercana del conjunto. Piezas como la silla Mava o la mesa Núcleo de Punt en roble natural junto a diversas piezas diseñadas especialmente para el proyecto dotan al espacio de calidad y calidez, proyectando una imagen sencilla y sincera.
La iluminación es variada y focalizada, jugando con luminarias de distinta índole según necesidades y adecuando sus alturas a cada situación. En el acceso, una lluvia de luminarias de papel plegado guiña el ojo a su hermano mayor, el restaurante Copenhagen, realizado por el mismo equipo en 2011. Una atmósfera más personal en la planta baja y otra más familiar en la planta primera dotan a cada espacio de un carácter diferenciado.