Charlamos con el diseñador, autor del cartel de la película «Boi».
Tal y como hicimos en la edición de 2018 (que recayó en Jordi Rins) y 2019 (para el Equipo Sopa) , durante el pasado fin de semana y coincidiendo con la gala de entrega de los premios Goya 2020, y a través de facebook, establecimos un concurso para elegir el mejor cartel de entre las producciones cinematográficas realizadas en España el pasado año; una convocatoria que sirve para reivindicar de nuevo la presencia en estos premios de algún reconocimiento para el diseño gráfico en las películas, tanto para el diseño de la imagen gráfica de la película o en los títulos de crédito.
Nosotros preseleccionamos un total de 6 nominados y a través de la votación popular, el cartel ganador fue el de la película Boi, de Jorge M. Fontana, cuyo diseñador es Martin Mur. Mur es diseñador gráfico-audiovisual nacido en Barcelona, 1990, y trabaja en proyectos vinculados con la industria musical y el sector cinematográfico. Ha colaborado recientemente como director creativo con bandas musicales como Julian Casablancas & the Voidz, North State, Tremenda Trementina, Els Amics de les Arts y participado como diseñador de títulos de crédito y cartelista en películas de directores como Agustí Villaronga, Carles Congost, Pau Teixidor y Jorge M. Fontana.
Martin Mur nos ha contestado a algunas preguntas sobre este trabajo.
DissenyCV: Cuéntanos cómo fue el encargo del cartel. Y el proceso de creación del mismo.
Antes que nada muchísimas gracias por este premio. Es un honor y una alegría recibir vuestra apreciación de un proyecto como este, cuya dedicación y trabajo pocas veces es valorado o recompensado. Viene como una grata sorpresa. El encargo de póster vino directamente de Jorge, con quien tenemos una buena amistad. En el pasado hemos colaborado para varios proyectos suyos, y afortunadamente luchó para que llevase a cabo también este poster de Boi, su primer largometraje, oportunidad que vino como un regalo.
En cuanto al proceso, fue una búsqueda de varias vueltas y mucha experimentación. Pronto me di cuenta que las fotografías del rodaje eran un recurso limitado para expresar el mundo interior del personaje y quisimos encontrar con Jorge, una forma que hiciese visible el tono más abstracto, humorístico e introspectivo de la película, dimensión y reto que nos parecía muy interesante abordar. Hicimos varias pruebas y tras el visionado del primer montaje, propuse hacer unas fotografías con Adrià Cañameras -quien se había encargado de la foto fija-, de Boi corriendo por las calles, para plasmar la desesperación de este joven personaje que corre a todos lados pero inevitablemente no llega a nada.
La película tiene varios elementos simbólicos en la narración y el proceso creativo del cartel consistió en traducirlos en elementos gráficos y encontrar un equilibrio para que co-habitasen y pudieran transmitir la esencia de la película. Entre éstos están la entrada a la edad adulta del joven personaje y las responsabilidades que ésta acarrea y la presencia de la mujer, que a mí parecer impregna todo el trasfondo de la película. Fue complejo ya que cada elemento tiene un significado y otro distinto cuando se combina, y el reto termina en dar con la combinación capaz de transmitir las motivaciones de esa película en particular. Afortunadamente Jorge y el equipo de producción me dieron libertad en todo momento y creo que ese es un factor clave para dar con soluciones que sean más arriesgadas y menos convencionales.
– ¿Cómo es o debería ser la relación entre el diseñador del cartel y el responsable de la dirección artística de una película?
El cartel de una película se concibe normalmente una vez la producción está terminada. El director artístico por aquel entonces se ha desvinculado del proceso y rara vez tiene potestad sobre el cartel, que corresponde al departamento de marketing y publicidad, quienes se encargarán de vender la película. El trabajo del diseñador en estos casos es independiente y elabora su visión particular a partir de lo que ya ha sido creado, honrando el trabajo de las partes previamente implicadas y en estrecha comunicación con el director de la película, si las circunstancias lo permiten. Pero también hay casos en los que la dirección artística incluye además los títulos de crédito, las piezas de marketing y distribución, los trailers, los carteles, etc. enfoque que ofrece un universo más consistente entre todas las partes distintas de la película, pero no es lo más habitual.
-¿En tu opinión cuáles son los rasgos que definen un buen cartel para una película?
En mi opinión el cartel tiene que ser una pieza llamativa, suficiente como para interrumpir el flujo de los pensamientos de uno cuando lo vea absorto caminando por la calle o desde un autobús. Y tiene que ser arriesgado y sugerente, que proponga algún tipo de juego visual, en el que la persona que lo vea tenga lugar para hacer su interpretación personal del mismo. Por supuesto la fuerza gráfica de la composición con todo lo que conlleva y lo capaz que sea para seducir al espectador con un atisbo de interés, son factores indispensables de un buen cartel.
-¿Porque hay tan poca variedad en la composición de los mismos?
Sospecho que nos olvidamos que hay infinitas maneras de transmitir la esencia de una película y nos falta la ambición y la osadía de transgredir las que ya existen. El oficio de cartelista de cine ha perdido mucho valor en las últimas décadas -si es que todavía existe-, y en cierta medida parece debido a la extensa disponibilidad de herramientas gráficas digitales. La concepción de la idea y la originalidad de la propuesta muchas veces depende sólo del departamento de comunicación, que además de hacer el cartel, hace muchas otras cosas, y quizás no tiene una educación gráfica específica. Por la misma razón se devalúan las capacidades del diseñador como comunicador y la partida que se reserva para ello es a menudo escasa, factor que limita la libertad de explorar vías y técnicas que se alejen de las soluciones mas fáciles y evidentes.
– ¿Tienes algún referente en esta materia?
El grupo de los cartelistas de cine polacos de los años 50, 60 y 70. Kasumaza Nagai, Yusaku Kamekura y Kiyoshi Awazu.
– La referencia a la nouvelle vague en tu cartel. ¿Es intencionada?
Sí. Jorge y yo tenemos costumbre de intercambiar referencias de carteles que encontramos por las redes y hubieron varias de esta época. Creo además que en cierta manera, no se si consciente o inconsciente, Jorge en esta película homenajea las películas de Truffaut, a Jean-Pierre Léaud, al sentido del humor absurdo y a la maravillosa proeza poética que estas películas consiguen transmitir con temas muy sencillos pero a la vez muy complejos y relevantes. Creo que es un momento de la historia del cine que vale la pena reivindicar, o revisitar.
– ¿Por qué recurriste al lettering, es tuyo?
Sí, el lettering lo firmé yo. La idea fue de Jorge, y fue lo primero que me dijo. Lo tuvo muy claro desde el principio. El personaje protagonista tiene vocación de escritor, y concebimos el título como una clase de firma, o de sello, que sería como el elemento identificativo de la película, de su personaje y de la pasión que persigue durante la película por convertirse en escritor.
– Te encargaste tu también de los títulos de crédito?
Sí, también de los títulos de crédito. Esa es otra pasión que me ha acompañado desde niño junto con mi afición por el cine. Para mí era importante que las piezas estuviesen ligadas y la gráfica del cartel y los títulos de crédito formaran parte de un todo y tuvieran un mismo mensaje. También hubieron varias versiones de títulos pero finalmente optamos por esta vía comedida y sobria. Pero no quedó ahí. También hicimos mención al lado más libre y expresivo de Boi mediante los colores del plumaje del papagayo -que aparece animal totémico-, utilizándolos en las transiciones de las cartelas de inicio y de final, dando una solución apenas perceptible, pero que cohesiona sutilmente el contenido y la forma.
– ¿Qué importancia le concedes a los títulos de crédito en el diseño general de una película?
Una parte indispensable de la película, con mucho potencial, y que pocas producciones consideran. Brindan la posibilidad de establecer un tono narrativo a la historia que se va a contar. Hacen la función de prólogo atmosférico y ponen a la audiencia en un determinado estado de escucha. Más allá, tienen la capacidad de ser una secuencia añadida, donde el narrador puede plasmar los rasgos de la historia desde una perspectiva más libre, poética y experimental. Actualmente se recrean muchas ideas pre-existentes, a menudo superfluas e innecesarias, pero de tanto en tanto, el potencial que el espacio ofrece es reconquistado y redefinido. Vale la pena darle el valor que merece.
– ¿Cómo ves la idea de instaurar las categorías de mejor cartel y mejores títulos de crédito en los premios cinematográficos?
Ambas categorías deberían formar parte de los premios cinematográficos desde hace tiempo. Los diseñadores tienen poca representación en el sector y es deber honrar y compensar el trabajo y esfuerzo de todos aquellos que trabajan y han trabajado para películas en el pasado, que no son pocos. Siguen habiendo centenares de increíbles carteles sin autoría debido a este motivo y creo que es una lástima, ya que confieren una parte importante del imaginario colectivo de la película. Una mayor representación en los premios sería también un aliciente para justamente cultivar y hacer florecer ambas disciplinas, que poseen una gran capacidad para que el cine sea visto y disfrutado
Galería de otros trabajos de Martin Mur: