Estudio Disolvente le pone color a «Salvador»

«Salvador» es un salvamanteles de silicona creado por el estudio de diseño Disolvente.

Fotografía: Carolina Rodríguez Etchegoyen y Álvaro Sainz Camarero

Salvador Colourful Edition

Salvador es un salvamanteles de silicona inspirado en una estrella de mar. un proyecto desarrollado por estudio Disolvente. La edición Colourful presenta tres modelos: Coral, Océano y Azufre.

Gracias a los imanes que alberga en su interior, Salvador se abraza a las superficies ferromagnéticas, por lo que transporta unidos salvamanteles y recipiente desde la cocina hasta la mesa. Cuando no esté en uso puede ser colocado en la puerta de la nevera o en otras superficies de la cocina.

La producción de Salvador está realizada íntegramente en el estudio de Disolvente, ubicado en Madrid, mediante procesos que aúnan artesanía y nuevas tecnologías. Utiliza impresión 3D en PLA para la fabricación de moldes y técnicas manuales para la reproducción y manipulado de cada Salvador.

Antecedentes del proyecto

Salvador es uno de los proyectos más personales del estudio que, tras unos años de paréntesis, ha sido retomado con una mirada más experimentada y con el objetivo de cerrar un ciclo que había permanecido abierto durante un largo tiempo.

En 2016 Disolvente lanzó una campaña de crowdfounding para la que se llegó a producir y enviar 150 Salvadores como recompensas de apoyo al proyecto. Entonces estaban fabricados con tablero de fibras de madera pigmentada fresado con CNC, silicona blanca translúcida cortada a láser e imanes de neodimio ensamblados mediante remachadora.

A priori el resultado, aunque con demasiados procesos y alguno de ellos demasiado artesanales, se presentaba funcional, con materiales adaptados a las necesidades de uso y con la estética que se quería proyectar. Sin embargo los problemas fueron apareciendo en numerosas unidades: la silicona tendía a resquebrajarse con el tiempo, las piezas más pequeñas de madera tendían a separarse e incluso los imanes terminaban de desencajarse de los espacios donde se embutían.   

Una serie de errores que podían haberse superado con un mejor desarrollo de la fase de diseño, de prototipado y testeo, así como con un mayor control de la fase de fabricación. Todos ellos naturales del aprendizaje de la profesión y, quizás también, provocados por la producción a posteriori, intrínseca al desarrollo de una campaña de crowdfounding, en la que primero se ofrece el producto y una vez acabada la campaña es cuando se lleva a cabo la fabricación. 

Como afirman desde Disolvente, «el agotamiento de la campaña, los encargos profesionales y los diferentes trabajos que desempeñábamos fuera del estudio nos hizo pasar página inmediatamente, cerrando el cajón del proyecto con vistas a retomarlo en un tiempo futuro».

Cuatro años más tarde, desde estudio Disolvente, «decidimos abrir el cajón, proyectar un Salvador que superase las adversidades de la versión anterior, con premisas muy claras de mejora y con las metodologías propias del estudio. Entre las premisas del rediseño teníamos muy claro que debería de ser una única pieza de silicona con imanes en su interior, que debíamos introducir el color y que la durabilidad debía ser una de sus características principales».

Un proceso de diseño de más de seis meses plagados de diferentes soluciones, prototipos, muestras de silicona, muestras de imanes y un sin fin moldes impresiones 3D para dar con la nueva versión. Un proceso inherente al diseño, aquel que parte del error para llegar al acierto.