Entrevista a Manolo Bañó (I): «Las escuelas de diseño deben estar menos condicionadas por las etiquetas»

Álex Serrano y Lydia Albert charlan con el diseñador valenciano, profesor en CEU-Cardenal Herrera.

Texto: Álex Serrano / Lydia Albert

Fotografías: Lydia Albert

Manuel Baño Hernández es Doctor en Diseño Industrial (cum laude) y Profesor titular de “Proyectos de Ingeniería del Diseño y Desarrollo de productos” de la Universidad CEU-Cardenal Herrera de Valencia. Fundador de la Asociación de DISEÑADORES DE LA COMUNIDAD VALENCIANA (ADCV) y de la ESCUELA DE DISEÑO DEL CEU SAN PABLO. Vocal de la Junta Directiva del ADI-FAD y presidente del jurado de los Premios DELTA (1995)

Desde 1988 dirige junto con Marcelo Martinez Lax el estudio de Diseño Industrial BAÑÓ+LAX Y ASOCIADOS, en el que trabaja para firmas como MUÑECAS FAMOSA, PUNT MOBLES, CALZADOS SNIPE etc. Sus trabajos profesionales se han expuesto, entre otros lugares, en el MUSEO SAN PIO V y en el IVAM, en el MUSEO DE LA ILUSTRACION DE VALENCIA MUVIM, y en el MUSEO DE ETNOLOGÍA de la Diputación de Valencia, así como en el MUSEO REINA SOFÍA DE MADRID. Sus diseños forman parte de la colección permanente del MUSEU DEL DISSENY DE BARCELONA.

Su trabajo ha sido galardonado con el premio Valencia Innovación de la Consellería de Industria de la Generalitat Valenciana (1994) por su contribución en el área del diseño de calzado ecológico. Ha recibido el premio Ángel Herrera a la Solidaridad en los años 2002 y 2006, y el premio Manuel Castillo de la Universitat de Valencia 2010

Desde el año 1999 dirige el proyecto de DISEÑO SOCIAL para la cooperación internacional llamado “FREE DESIGN BANK”, que se lleva a cabo en países como Colombia, Ecuador, Cuba, Kenia, Tanzania, Senegal, Mali, Filipinas, India, Sri-Lanka, Nepal.

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Álex Serrano: Te formaste en Bellas Artes, ¿por qué no seguiste esa carrera en vez de dar el salto al diseño?

Manolo Bañó: El primer recuerdo que tengo de mi relación con diseño fue muy curioso. Tenía 17 años e iba a clase con un hermano del diseñador Eduardo Albors, uno de los miembros del estudio de diseño La Nave y un gran profesional que ha ofrecido mucho al diseño valenciano. Un día, a la salida de clase Eduardo vino a por su hermano con su Ford Fiesta que aparcó justo delante de nosotros, y me fijé que tenía una pegatina en la que ponía “Caps i Mans, Diseño Industrial». Aún la estoy viendo… De repente, por esas conexiones neuronales inexplicables, comprendí que aquellas cosas que siempre me habían interesado como la creatividad, los inventos, los objetos cotidianos o la artesanía, eran las herramientas de trabajo de ese nuevo concepto que aún no estaba reconocido como profesión y que quedaba tan bien definido en la pegatina del coche como “Diseño Industrial”. A partir de entonces, de la mano de Eduardo entré a trabajar en “Caps i Mans” donde tenía de “jefes” a Nacho Lavernia y su hermano Luis, a José Juan Belda y al propio Eduardo. Este estudio fue el embrión del mítico estudio de diseño La Nave, uno de los pilares del Diseño en España y que sigue siendo una referencia histórica para los diseñadores Valencianos actuales.

Así que yo me quedé con ellos unos años, especializándome en diseño, mientras cursaba mis estudios de Bellas Artes ya que no existía ninguna titulación superior de diseño. Entonces, Bellas Artes era lo que mas se acercaba a mi vocación de diseñador. Y a partir de ahí, incluso antes de acabar esos estudios, ya estaba metido en el mundo del diseño. Para mí la carrera de Bellas Artes fue una magnífica puerta de entrada y una formación básica, pero la especialización la conseguí trabajando con Caps i Mans

Álex Serrano: Antes, el campo del arte y el del diseño estaban bastante separados, en cambio ahora, cada vez están más juntos. Es más, el diseño muchas veces va a al arte y se confunde con él, y viceversa.

Manolo Bañó: Por suerte es así, porque si no, el diseño no sobreviviría. Hoy debemos entender el diseño como una “transdisciplina” donde las frontreras de la creatividad son difusas e indeseables. El diseño debe ser un elemento mediador entre el hombre y sus necesidades y por tanto debe ser capaz de resolver los problemas que se generan en un contexto mutante como es la sociedad donde vivimos, donde suceden cambios profundos a una velocidad difícil de asimilar. El diseño, por su capacidad de adaptación a los nuevos escenarios, por su empatía con los problemas humanos es el mejor mediador entre la nueva sociedad tecnológica y el origen antropológico de los objetos. Y el arte, la mística, la poesía, siempre han ido ligados al ADN de los objetos.

Lydia Albert: ¿Muchos de tus compañeros han seguido en el campo del diseño?

Manolo Bañó: Sí, porque era una de las alternativas. De mi promoción salió gente que ha sido y es muy relevante en el campo del diseño. Por ejemplo, estos días ha estado en boca de todos la ilustración de Ana Juan para el New Yorker. Ana era compañera mía, como lo eran Manolo Lecuona, Sandra Figuerola, Marisa Gallén… Manolo Lecuona hoy es una referencia en docencia del Diseño Industrial, y Sandra y Marisa reconocidas diseñadoras gráficas. El diseño no es un campo alejado ni extraño de las Bellas Artes. Pero hemos de recordar que hace 35 años era necesario clarificar y definir competencias y se admitía esa dicotomía entre arte y diseño, y unos años después los estudios universitarios de diseño ocuparon un sitio en el espacio académico superior. Aunque ahora mismo, con los grandes cambios socio-económicos en el contexto mundial creo que aquella estructura se ha quedado obsoleta. Los tiempos han cambiado mucho y la crisis ha afectado mucho al diseño, obligándolo a fuertes cambios estratégicos como he comentado. Y por eso mismo, ahora es el turno del cambio de las escuelas de diseño, que deben estar más atentas a los cambios, mas abiertas a la creatividad y menos condicionadas por las etiquetas. Aunque, por otro lado, la gente demanda un título académico superior que avale sus estudios, y esto complica un poco las cosas…

Lydia Albert: ¿Como fueron tus comienzos como diseñador?

Manolo Bañó: Al acabar la carrera, mientras trabajaba en Caps i Mans, gané un concurso de diseño de una empresa de muebles que me sirvió de lanzadera para mi estudio. También comencé a trabajar muy pronto para Muñecas Famosa como diseñador externo, primero junto a Rafa Murillo y luego, y hasta el día de hoy, con Marcelo Martínez Lax. Pero siempre me había interesado la docencia, así que un día me presenté a una plaza de profesor de proyectos de diseño en la antigua Escuela de Artes y Oficios de Valencia, lo que hoy es la EASD donde pude disfrutar de tres años tan interesantes como convulsos. La Escuela estaba en pleno proceso de cambio y no resultaba muy fácil trabajar dentro de ese ambiente, así que cuando nos llamaron a Juan Montesa y a mi del CEU para montar una nueva escuela de diseño no me lo pensé dos veces. Gracias a esa oportunidad pudimos darle un empujón al mundo de la docencia del diseño creando desde cero una nueva escuela en la que participaron los mejores diseñadores profesionales del momento; todos los de La Nave que he mencionado antes y otros grandes como Vicent Martinez, Ximo Roca o Lola Castelló. Hoy, siguen participando en el staff de profesores grandes profesionales como Héctor Serrano, Luis Eslava, Odosdesign, Alegre Industrial, Borja García, Marcelo M. Lax, Inma Bermudez, Modesto Granados, Xavi Calvo, y yo, que llevo 28 años de profesor y sigo disfrutando mucho con las clases, y en paralelo he seguido trabajando como profesional en mi estudio (Bañó+Lax) hasta ahora. Creo que no se puede dar clases de proyectos de diseño si al mismo tiempo no se trabaja en el mundo real.

Álex Serrano: ¿Cuánto ha cambiado la metodología de los proyectos de diseño hasta hoy? ¿Cómo influye Internet en los nuevos procesos de diseño?

Manolo Bañó: Decía Richard Sapper que “todo lo que es natural es razonable”. Yo creo que debemos cuidar “lo natural” en el proceso de razonar gráficamente, y que el proceso de reflexión (que no de cálculo o representación) delante de un ordenador no es natural. En los momentos mas críticos del proceso creativo, como son los confusos primeros pasos del mismo, lo peor que podemos hacer es meter por medio otro problema y otro lenguaje; el del manejo de un programa y de una herramienta tan compleja como un ordenador. Lo natural, en un momento de zozobra creativa, lo antropológico, como la historia nos demuestra, es la mano y el lápiz, que registran lo confuso de una idea, con sus temblores, miedos e imprecisiones, y que posibilitan gestionar la ambigüedad, que es la semilla de la creatividad.

El experto en tecnología Nicholas Carr comenta con mucho acierto en su libro “Atrapados: Cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas” cómo el trabajo en pantalla conlleva cambios en la perspectiva del problema, poniendo mas énfasis en la abstracción y menos en la materialidad de la idea, de manera que, aunque crece la capacidad de cálculo, decrece proporcionalmente la sensorialidad. En otras palabras, que “lo preciso” de lo digital ahoga “lo tentativo” de lo analógico y acaba con la ambigüedad, tan deseable como indispensable en cualquier proceso creativo. Estoy convencido que nuestro cerebro es mas feliz cuando la interface se parece a un lápiz que cuando se parece a un teclado…

Una de mis batallas anuales se produce cuando veo que los alumnos cogen el ordenador para bocetar. Las nuevas tecnologías, tan necesarias y fantásticas para casi todo, para algunas cosas, como es la fase creativa gráfica de proceso proyectual, son muy contraproducentes. Mucho. Es verdad que el ordenador es una máquina insustituible para representar, calcular y ordenar, pero tiene poco que ver con las buenas ideas y con su creación. El otro día encontré una frase con la que estoy muy de acuerdo y que resume lo que pienso; “el microondas es a la buena cocina como el ordenador al buen diseño”.

Lydia Albert: Pero hay ciertas etapas iniciales del proceso proyectual en el que el ordenador, y en concreto, Internet, para la búsqueda a de información, es importante. Ahora, como no te desprendas del ordenador cuando tomas un lápiz y un papel, lo único que vas a hacer es reproducir lo mismo. Así que creo que es relevante el trabajo de recoger información de Internet para luego proyectarla en el proyecto.

Manolo Bañó: Está claro que las nuevas tecnologías son clave para la búsqueda de información. El problema, como siempre, está en el criterio con que realizamos nuestra búsqueda. La información que nos facilita internet está “tan actualizada” que resulta dificultoso viajar hacia atrás en el tiempo hasta encontrar el origen de aquello que nos interesa. No es fácil por tanto tener una perspectiva temporal, porque lo que se nos ofrece es fundamentalmente “lo último”, y esto tiene el efecto indeseable de que nuestra búsqueda (de conocimiento, se supone) se hace en horizontal…. Así que nos inspiramos en lo que se han inspirado otros contemporáneos nuestros que a su vez se han inspirado en otros contemporáneos, de manera que alimentamos nuestro conocimiento de imágenes recientes sin ninguna historia ni raíz, desligadas del verdadero origen y sentido, y con un ADN recalentado de tanta mutación, sin más motivo que el de la diferencia. Conforme nos inspiramos en la inspiración de otros nuestro imaginario es más y más artificial, tan manipulado y “re-diseñado”, que perdemos contacto con el mundo natural y con el origen de las cosas.

Pero es verdad que para este viaje hace falta tiempo, y los ordenadores además de “nitidez” fundamentalmente nos ofrecen tiempo, ganar tiempo. Y como nuestro compromiso como profesores es preparar al alumno en un tiempo limitado siempre nos movemos en la disyuntiva de si dejar al alumno que se equivoque o advertirle para que esto no suceda y siga adelante. Si los dejas que se equivoquen es la mejor manera de que aprendan, sin duda, pero como el tiempo es limitado, también es la mejor manera de que aprendan “sólo” eso. Porque claro, dices, vale, finalmente lo has entendido perfectamente, pero en ello has consumido todo el tiempo del proyecto y este proyecto ya se te ha pasado y aún te queda mucho por aprender… La otra opción es decirle al alumno que no vaya por ahí porque se caerá en un hoyo sin salida. Entonces es cuando le ayudo y le digo; cógete de mi mano, y lo pasas a la siguiente casilla. Pero dices, bueno, de la anterior fase no ha aprendido nada o ha aprendido menos de lo que yo quisiera, pero a cambio aún está en disposición de seguir avanzando en el proyecto y de aprender con otras cosas nuevas que se encuentre.

Así que hay años que me resisto más a ayudarles, en el sentido literal, y esos años, probablemente, en el camino aprenden más, pero el resultado es más corto y menos interesante. Porque una cosa es lo que aprendan y otra cosa es a dónde llegan. Y en ese caso no llegan tan lejos. Así que cada año voy alternando y ajustando el método, porque no encuentro el equilibrio. Es complicadísimo a pesar de que me esfuerzo muchísimo en ello. Llevo casi 30 años buscando ese equilibrio, y ahí sigo.

dissenycv.es-manolobañó-1Álex Serrano: ¿Crees que el déficit de atención por estas tecnologías repercute en el producto final, en el objeto, en el sentido de que cada vez se tiende a valorar más la cantidad, la estética, que otra cosa? Es decir, cantidad antes que calidad.

Manolo Bañó: Me da la impresión que se ha sustituido un proceso de reflexión e introspección por un proceso de visualización y comparación. En cierto modo, con la ventana al mundo que supone internet, la metodología proyectual ha pasado de apoyarse en la calidad para apoyarse en la cantidad. Pero es obvio que las nuevas tecnologías no sirven para todo ni para todas las fases del proceso creativo. Ahora la cantidad es mucho más fácil que la calidad.

Lydia Albert: Sólo hay que ver el mercado de China.

Manolo Bañó: Claro. Quizá los objetos de calidad ocupan el mismo espacio o incluso más, pero comparativamente, el universo de los objetos es mayor y está mucho más disperso y accesible.

También se ha degradado el objeto como producto de consumo, que nos aporta una satisfacción inmediata mas por el hecho de poseerlo que por el disfrute que proporciona su uso. Si el objetivo es aumentar las ventas, la calidad fácilmente se resiente. El otro día compré unas mandarinas y todas eran iguales de color, textura, brillo… No había semillas, ni olor ni sabor. Eran réplicas producidas en serie de la imagen perfecta de una mandarina. Y al ver aquello recordaba algún viaje por África en el que disfrutaba con mis compañeros, cuando saboreábamos hortalizas o frutas que llamábamos primigenias, porque aunque quizás tenían un aspecto tosco, en cambio tenían un olor, sabor y textura muy intensos que nos remitían a la naturaleza y su sabor nos invitaba a viajar de vuelta hasta nuestra infancia. Así que yo creo que a base de manipular el concepto del objeto, a base de lanzar al mercado reinterpretaciones banales, se acaba perdiendo su código genético, y lo que aparece es algo como una mandarina en el lineal de una gran superficie comercial, algo que identificamos antes como un icono que hay que comprar, que como un objeto con singularidades del que disfrutar.

Álex Serrano: ¿No es necesario un replanteamiento radical?

Manolo Bañó: Supongo que esta visión de la cantidad frente a la calidad es lo que nos ha hecho meternos en el fango donde estamos y ahora tenemos una oportunidad para replantear algunos aspectos de nuestra profesión. Están surgiendo nuevos enfoques del diseño, que reivindican valores que se habían quedado en segundo plano tras la burbuja del consumismo, y nos dan una oportunidad también para replantear nuestra profesión y nuestro trabajo. En España llevamos varios años pasándolo muy mal, pero esto nos ha dado una buena oportunidad para tomar conciencia y reinventarnos. No sólo en política sino en diseño. Parece un poco tópico, pero lo creo firmemente.

Álex Serrano: ¿Y qué diseñadores crees que están llevando a cabo esa vía?

Manolo Bañó: Más que una vía es un horizonte muy amplio. Para llegar a ese horizonte lo que sí que veo es que hay muchos caminos. Me interesa mucho el diseño colaborativo, el movimiento makers, o el diseño social. Pero hay muchos caminos interesantes. A mí, personalmente, me interesa el trabajo de Martí Guixé, que es una referencia en cuanto a coherencia profesional y en cuanto a cómo enfoca su carrera. Pero no quiero decir en ningún momento que ese sea el único camino, ni mucho menos, ni que esa sea la única referencia. Por ejemplo, también me gusta mucho Patricia Urquiola, que es mucho más comercial y obedece a otros intereses que me parecen muy lícitos, y además hace un trabajo muy coherente e interesante. No sé, podría darte una lista larguísima y ecléctica: Ron Arad, hermanos Campana, Martin Azúa, Nendo, el maestro Castiglioni