Segunda parte de la entrevista de Álex Serrano al fotógrafo y psicoterapeuta valenciano.
Álex Serrano: ¿Cuándo te atreviste a hacer fotos a la gente?
José Bravo: En un festival que se llama Ruzafa Love Kids. Aquello fue mi primer lanzarme a saco, y me enamoré, porque los niños son espontáneos todo el rato. Están aquí y ahora con lo que están haciendo. Cuando son Superman, son Superman, y si están enfadados, están enfadados. No hay doble juego, es verdad todo el rato. En cambio, cuando veo que una persona está medio posando porque me ve que estoy allí para hacerle la foto, yo ya no le fotografío. Pero porque en ese momento, como fotógrafo, ya me ha dejado de interesar. Entonces, me gusta cuando en la fotografía de calle o eventos, no se da cuenta la persona o personas en cuestión. Me gustan las reacciones o cuando el cuerpo dice cosas. Y también me gusta mucho cuando no se sabe qué está pasando. Cuando no sabes si a una persona le gusta o no que le esté haciendo una foto. Me encanta.
Álex Serrano: Esas contradicciones te estimulan.
José Bravo: Claro, una sonrisa de presentador no me dice nada. Ahora, una mirada seria que igual no sabes si está triste o enfadado, me fascina. Además, te lleva a construir una historia porque no sabes muy bien lo que le pasa.
Álex Serrano: Tus fotografías parece que cuentan algo, que hay una historia detrás de cada retrato.
José Bravo: A mí me encanta el cine, y me hubiera gustado estudiar cine. Mucha gente me ha dicho que las fotos que hago parece que cuenten una historia, que son muy cinematográficas. Yo escribo mucho y sé que aunque no sea muy consciente, busco imágenes que cuenten algo. Pero eso no lo pienso cuando hago la foto. Por eso, cuando trabajaba como fotógrafo en las bodas, no podía permitirme el lujo de buscar esos matices que tanto me gustan. Me tomaba el trabajo como si fuera un camarero, en el sentido de que tenía que estar a muchas cosas a la vez. Es muy difícil, en un evento con tantas expectativas, tantas personas, tantas necesidades y momentos que pasan tan rápido, trabajar desde mis coordenadas de respirar, de que sea espontáneo, etc. Me pasaba la boda haciendo click, click, click, y luego me daba cuenta de que son los trabajos de los que menos satisfecho estoy.
En gestalt está la cuestión de figura y fondo. Para mí la figura es la gente, que es uno de mis temas principales, como antes te había dicho, miro mucho a la gente. Soy consciente del fondo, cuando miro a una persona, y aunque no sea lo que fotografío, está ahí. Y el hecho de aislar a la persona tiene que ver con una cosa que no hago en mi día a día, pero que es central, y es elegir una sola cosa. Me genera más inquietud o curiosidad ver a una persona aislada, porque centro la atención en ella, que si hay, por ejemplo, muchos elementos interviniendo, porque te puede marear. Igual luego hago muchas fotos donde hay más elementos, pero por lo general, eso de hacerlo a una sola persona es por aislar. Además, genera una especie de relación íntima entre quien mira y quien es mirado.
Álex Serrano: Conviertes la cámara en un puente para el diálogo y el descubrimiento del otro.
José Bravo: La fotografía es una excusa para comunicarte con el otro. Yo soy un enamorado de la intimidad y la vulnerabilidad, y creo que compartida es un regalo… Gracias a una cámara, yo puedo mirar a la gente, que es un ejercicio que hemos dejado de hacer. En los talleres, por ejemplo, hacemos siempre un ejercicio, sin cámara, que es mirar a los demás. Permitirnos hacerlo. Son solo unos minutos, pero enseguida la gente quiere coger la cámara, y ahí es donde la cámara supone una barrera para esconderte detrás. Yo intento que sea todo lo contrario, una herramienta para mostrarse, para mostrar. Solo así quien está delante nos mostrará cosas.
Álex Serrano: Pero hoy la fotografía se usa masivamente. En un mundo donde cualquiera puede ser fotógrafo, ¿dónde queda el buen fotógrafo?
José Bravo: Hoy en día, cualquier persona con un móvil, hasta un niño, te puede hacer una super foto que, aislada, y a lo mejor sin querer, es ganadora de un premio de fotografía. Si la foto está aislada, pues bien, pero a mí lo que me interesa es el discurso que hay detrás. Es decir, qué quiere contar esa persona con esa foto. Y ahí es donde no todo el mundo tiene ese compromiso consigo mismo.
A mí me parece genial que ahora todo el mundo utilice la imagen, y que hablemos todos un lenguaje nuevo que nos ha tocado conocer, y en el que apenas nos han educado. Me parece muy interesante. Supongo también que todo esto se irá limpiando, que tendrá una evolución. Porque una cosa es que uno produzca imágenes, y otra que uno haga de esta acción y de las imágenes su forma de vida y su trabajo. La foto puede servir para comunicar y sí, claro, hay muchos fotógrafos, pero ¿cuántos pueden vivir de ello? Pues los que más se comprometan consigo mismos a la hora de fotografiar. Yo me doy cuenta que si voy diciendo que no a las bodas, aunque me esté negando a una cosa que me da dinero, lo que estoy haciendo con cada decisión es comprometerme más con lo que yo sé hacer mejor. Y llegará un momento en el que creo que podré vivir de esto porque estaré haciendo lo que yo sé hacer mejor.
Álex Serrano: Has integrado hasta un punto la fotografía que no eres capaz de vivir sin ella.
José Bravo: Aunque no esté con la cámara, yo pienso en imágenes. Me involucro muchísimo en todo el proceso. Por ejemplo, cuando retrato a alguien, no me vale un ratillo, sino mañanas o tardes, porque necesito conocer a la persona, saber quién está al otro lado. Puede que al final la foto esté en media hora. Perfecto. Pero para mí todo el resto es también parte de esa fotografía.
Un retrato es un producto de un contacto con la persona, y necesita su tiempo, su espacio y su intimidad. Tiempo para relajarnos más, porque normalmente, los primeros minutos de un encuentro hay mucha tensión, y más si tengo que retratar. Luego ya llega un momento en el que la energía se empieza a apagar y estamos dándole vueltas a lo mismo, y también uno tiene que estar atento para leerlo. Ojo, cuando voy por la calle a veces encuentro retratos maravillosos en las personas. Y se generan en un instante. Pareciera que no hay proceso, ahora, es espontáneo. Si esa persona me dijera que le hiciera un retrato, entonces seguramente todo cambiaría. Y tendríamos que irnos a mimar el proceso.
Últimamente me interesan mucho los desconocidos. Supongo que porque cuando una cosa es conocida, se tiende a la rutina, a tener demasiada información sobre ella, y resulta menos misterioso. Creo que, aunque siempre fui muy tímido, no dejo de buscar sensaciones nuevas, y por eso mismo, me resulta muy estimulante fotografiar a desconocidos. Por ejemplo, mi primer proyecto fotográfico se llamó «Primera impresión», y consistía en quedar con una persona totalmente desconocida. Lo que aquello generaba, más allá de las fotos, era la experiencia del encuentro entre dos personas desconocidas. Esa curiosidad por lo inesperado siempre ha seguido conmigo. Por eso me gusta tanto la calle. La calle es un escenario maravilloso, incierto y mágico, y también tiene momentos de verdad e intimidad.
Álex Serrano: ¿Qué les dirías a los que se están iniciando en la fotografía?
José Bravo: Les diría que fueran más conscientes de su elección, que no dejen de preguntarse por qué eligen unas y otras no. Esas preguntas que se generan son lo que más me gusta de la fotografía. Me doy cuenta que he notado un cambio a cuando hacía fotos sólo por el hecho de hacer fotos, ya fuera porque tal persona o paisaje fuera interesante. Es diferente a cuando mantienes un diálogo con aquello a lo que vas a fotografiar y también con quién va a fotografiarlo. Ese ir de adentro a afuera y viceversa. Ese descubrimiento de quién es esa persona que mira lo cambia todo. La fotografía, al final, no es más que el resultado de todo eso. No eres tanto un fotógrafo como un generador de encuentros.
Creo que vivimos en un mundo en el que nos hemos ido encerrando cada vez más en nuestra propia burbuja. Ahora me viene la imagen de Wall-E cuando está todo el mundo en esa nave espacial, circulando con sus vehículos con ordenador, cruzándose entre ellos sin verse, que es algo que ya empezamos a hacer con nuestros móviles. En ese sentido, yo siempre propongo cuando empezamos un taller, que salgamos de ese espacio cómodo que es no atreverse a hablar con una persona desconocida y decirle a alguien algo que me ha gustado, o por lo menos, provocarlo, y ver qué pasa.
Álex Serrano: Es un riesgo.
José Bravo: En todo trabajo hay un riesgo. Fotografiar a una persona implica un riesgo; le puede no gustar, te puede denunciar. Pero yo asumo ese riesgo. Lo que pasa es que mucha gente se olvida de que en el hecho de fotografiar hay otro riesgo que asumir: que nos ocurran cosas maravillosas.
Álex Serrano: Pero no deja de tener una posición de poder el que fotografía.
José Bravo: Es verdad, pero yo intento reducirla. Cuando estoy detrás de la cámara hay más poder, cierto, por eso lo que hago en mi trabajo, cuando quedo con una persona, es acompañar. Voy con una cámara, hago fotos, porque me contratan por eso, pero sobre todo quiero, y es algo que subrayaba cuando trabajé para el libro «Lactancia», que para mi lo más importante era que esa persona se lleve un proceso, un encuentro, que por sí mismo había valido la pena. Si esa persona no ha estado a gusto, no me interesa la fotografía. Me llevaría muy mal con una foto que sé que el contacto con la persona a la que le he hecho la foto no ha ido bien. Creo que sólo hay buena fotografía si el contacto, si el encuentro, ha sido bueno.
Álex Serrano: Para concluir, ¿hacia dónde se dirige Jose Bravo?
José Bravo: Yo no sé lo que pasará de aquí un tiempo, intento vivir el aquí y el ahora. Pero después de las deliciosas experiencias con los talleres, veo que es un lugar donde este año haré hincapié. Quiero que la fotografía sea la excusa para compartir y experimentar, para salir a la calle, para que ocurran cosas, pero también, para autoconocernos y expresarnos más. También es una necesidad mía actual, el no estar solo, me están pasando cosas muy bonitas, y quiero compartirlas.