El disco será presentado el 12 de Enero en La Edad de Oro.
El diseñador Antonio Ballesteros (estudio Formo) es el responsable de la imagen gráfica del nuevo trabajo del grupo valenciano Petit Mal. Liderado por Suso Giménez, en compañía de Anna Benavent y Juan Luis Salmerón, el combo egresa a la escena musical fruto de la publicación del disco Andar sobre hielo frágil, cuyos principales temas serán presentados en concierto en la sala La Edad de Oro (San Jacinto 3, València) el próximo sábado, 12 de enero, a las 23:00.
Antonio Ballesteros comenta al respecto de este lanzamiento: «Hace 12 años hice el diseño gráfico para Finlandia, primer disco de Petit Mal. Por aquel entonces tuve claro que a esa música tan experiencial, intimista y existencial le venia muy bien que en la portada apareciera un personaje con aire introspectivo que encarnase el espíritu del disco. Con este segundo disco he querido continuar con ese personaje, si bien ha evolucionado gráficamente (han pasado 12 años). El disco debía tener una gráfica meticulosa y nítida como la música del grupo. Quería que funcionara casi como un escudo o una bandera, una ilustración (a punto de convertirse en pictograma) que fuera fácilmente reconocible».
El presente álbum consuma el esperado retorno de un grupo erigido en referencia del indie pop valenciano, casi tres lustros después de su icónico Finlandia (Discos Sféricos, 2005) –disco debut como PETIT MAL– y de Visiones finlandesas (2015), motivo de revisitación/homenaje procurado por las versiones de once bandas valencianas, fruto del décimo aniversario de su primera grabación, en el que participaron artistas como Jesús Ibáñez (Punxsutawney Phil), Nacho Nácher (Perro Grande), Javier Marcos (Galope), Néstor Mir, Gilberto Aubán (Gilbertástico), Gonzalo Fuster (El Ser Humano), Dani Cardona, Isa Terrible, Roberto Fort (Desguace Café, No Frosth), Dani Cardona (Desguace Café) y Juan Luis Salmerón (La Muñeca de Sal).
El nuevo disco incorpora a su estilo las tonalidades paradigmáticas que reportan, entre otros, los instrumentos de cuerda característicos del sonido country, fruto de la caja de resonancias de la guitarra folk y la singular melodía instrumental del banjo, cuyas respectivas improntas vienen a sumarse a la cadencia de la guitarra eléctrica y la distribución armónica del violín, tan inconfundibles en sus trabajos precedentes.