El arquitecto y diseñador valenciano proyecta una tienda multimarca en un espacio de 800m2 de superficie.
Fotografías: Mayte Piera y Estudio Ramón Esteve.
En este nuevo local de la firma Chapeau, diseñado por Estudio Ramón Esteve, está ubicado en la calle Hernán Cortés, 5 (Valencia). En el interior, las líneas de hombre y mujer cohabitan en un espacio arquitectónico proyectado con un juego de espejos y prismas en el que el protagonismo lo adquieren las prendas. Dividido longitudinalmente por una línea de probadores de espejo blanco, el espacio culmina en un imponente lucernario que se levanta sobre un muro de vidrio negro, convirtiendo el recorrido en una imaginativa experiencia visual.
En el exterior, una gran marquesina de acero negro iluminada por rasgaduras, enmarca la fachada acristalada de la tienda, presentando los accesos independientes para hombre y mujer como escenarios donde exhibir las colecciones expuestas. El escaparate, caracterizado por el lugar que ocupan los maniquíes, rompe sus barreras naturales y los límites visuales al tener como fondo la totalidad de la tienda.
En el interior de la tienda se recorre una secuencia de escenas empezando por los accesos, donde dominan grandes pantallas LED en las que se proyectan composiciones de videoarte producidas para Chapeau por Javier Santaella. La escena siguiente se define por largas piezas que emergen de los muros, para encontrar a continuación los volúmenes de los mostradores de piedra que arrancan del suelo y funcionan como espacio de conexión entre las áreas de hombre y mujer. Este encuentro vuelve a romperse visualmente al llegar a la zona de probadores. Finalmente, el espacio vuelve a quedar unido por el fondo de gran altura, culminado por un lucernario que inunda con luz natural el interior de la tienda. Esta progresión espacial permite organizar la tienda en áreas que remarcan la identidad de las distintas colecciones, con el fin de dar el valor oportuno a cada marca expuesta.
Compositivamente, el proyecto se define por la geometría pura, que se representa mediante tres categorías elementales. Por un lado, conjuntos de prismas materializados mediante distintos elementos como las cajas de espejos reflectantes en la parte central, correspondientes a los probadores, los volúmenes de luz blanca en el perímetro, o las grandes cajas verticales de espejo negro en el espacio de mayor altura.
La siguiente categoría corresponde a los planos que configuran los techos y el lucernario. Una sucesión de planos inclinados siguiendo una trayectoria longitudinal permite albergar las instalaciones sin perder altura. Estos planos conducen hasta el final de su recorrido, donde se transforman en las hojas de vidrio sesgadas que cierran el lucernario en el plano horizontal.
La categoría más elemental corresponde a la línea que toma cuerpo en las finas piezas de colgadores y mobiliario, donde penden y descansan las prendas de ropa. Tal elemento se lee también en las rasgaduras que invaden todo el espacio, rompiendo planos y generando aristas.
El lenguaje formal definido por las geometrías básicas de sólido, plano y línea, se materializa con vidrios, espejos, piedras y metales en colores blancos, grises y negros para lograr la atmósfera idónea donde exhibir un producto de la mayor calidad, en un atractivo juego de reflejos, sombras y luces.