Tomás Gorria. Hace unos años realicé «Las sombras de las letras» una pequeña pieza audiovisual en la que se recogían imágenes de rótulos desaparecidos de la ciudad de València. Lamentablemente habrá que actualizarlo; ya han desaparecido en las últimas décadas de nuestra ciudad decenas de rótulos con indudable interés patrimonial y simbólico. Ayer mismo, en la presentación del prometedor proyecto, patrocinado por WDC2022 y el Ayuntamiento de València tiposqueimportan.com, que pretende catalogar los rótulos comerciales de València, Juan Nava comentaba que más del 60 % de los rótulos que aparecían en su imprescindible «Itinerarios tipográficos», editado por ADCV en 2004 ya han desaparecido: un hecho que debería ser el argumento de un titular preocupante en los medios de comunicación locales.
En la introducción de aquel corto reflexionaba sobre la importancia del testimonio que la fotografía nos facilita de aquellos rótulos ya desaparecidos y especulaba con la posibilidad de que en el futuro podríamos ver nuestras ciudades y nuestros rótulos tal como eran, gracias a herramientas como Google Earth.
Y aquí comienza la historia del rótulo. Hace unas semanas, el propio Juan Nava, el recuperador de las letras de nuestra memoria, publicaba en su cuenta de Instagram las fotos de un singular panel cerámico de un bar de Velluters, que habían sido vandalizadas pintando encima de ellas. Un bar en la esquina de las calle Balmes y Viana, en otro tiempo (y ahora en menor medida) epicentro del negocio de la prostitución callejera en Valencia.
Hace unos años pude fotografiar ese rótulo, a pesar de la aviesa mirada de un probable cliente o proxeneta, quien sabe. Aquí dejo el testimonio gráfico de aquellas imágenes. Es este un rótulo, que quizás por su ubicación, en un barrio estigmatizado por la prostitución, ha pasado bastante desapercibido por aquellos a los que nos interesan estos temas, a pesar de tener todas las condiciones para que fuera objeto de interés.
Pues bien, como suele decirse, el futuro ya no es lo que era, está a la vuelta de la esquina, como en este caso. Pregunté a mi amigo de andanzas urbanas y fotográficas, Tono Giménez, posiblemente el mejor documentalista gráfico de las últimas décadas de nuestra ciudad, sobre la posibilidad de que él tuviera más imágenes de aquellos paneles de la calle Balmes, esquina Viana. No hubo suerte, a el le amenazaron con romperle la cámara cuando lo intentó. Pero a vuelta de Whatsap, me envió una dirección de Google Maps.
En aquel enlace había un viaje en el tiempo: Google ya nos ofrece la posibilidad de visualizar los rincones de la ciudad en diferentes fechas. En las imágenes de 2008 el rótulo del café y las baldosas de los paneles cerámicos podían observarse con bastante precisión, como puede observar usted mismo si clicla en este enlace. En la Valencia de 2008 (por esa fecha hice yo mis fotos de la esquina) todavía estaban más o menos bien conservados, pero en la de 2012 ya se observa como una capa de pintura cubre la pared de la esquina, aunque los paneles laterales de Balmes 8 seguian en buen estado) y finalmente, en la de 2019 a la capa de pintura se le había añadido otra capa de grafitis, aunque se puede observar que las placas laterales han sido arrancadas, lo que nos permite sospechar que estarán en algún lugar, quizás en algún anticuario local.
Y ahora, ¿qué toca hacer? Hemos buscado en el documento del Pla especial de Protecció de Ciutat Vella y no hemos encontrado ninguna referencia al edificio en el que está ubicado esta placa cerámica como digno de ser protegido. En un mundo ideal, un servicio de recuperación de patrimonio municipal se pondría manos a la obra y negociaría con los dueños su posible restauración. Esperemos que la iniciativa tiposqueimportan.com apoyada por el Ayuntamiento, sirva al menos para que historias como la que acabamos de contar no se repitan.
Creemos que la identidad gráfica y tipográfica de la ciudad posee una carga histórica (también afectiva y simbólica,) que merece una atención especial. Posiblemente sea una cuestión de educación y el tiempo (como en otras ciudades europeas) aumente la sensibilidad ciudadana hacia estas cuestiones. Pero si atendemos al alarmante ritmo de desaparición de estos elementos patrimoniales, pronto no habrá nada que preservar. En un mundo como este, el panel cerámico publicitario más emblemático de nuestra ciudad, el de la calle Blanquerias, a pesar de estar considerada como Bien de Interes Local, languidece y se deteriora progresivamente. ¿Tenemos que resignarnos a ver como desaparece?