La obra más reciente del artista valenciano se expone en la galería Kir Royal.
Kir Royal Gallery Valencia presenta por primera vez la exposición individual del joven artista Keke Vilabelda (Valencia, 1986) con una selección de su obra más reciente. Bajo el título «Flow», Vilabelda compone un itinerario visual a través de diferentes escenarios urbanos, con la hibridación de materiales y técnicas como denominador común. Pintura, fotografía, escultura e incluso videoarte. Cemento, plástico, hierro, espuma o ladrillar Con estas armas el artista crea superposiciones y transparencias, brillos y opacidad.
«Flow» tiene que ver con el movimiento, con las secuencias arquitectónicas, con los ritmos y con el fluir. En todas las piezas el artista intenta crear flujos visuales, jugando con la repetición formal y con la combinación de diferentes materiales y técnicas (sobre todo cemento y metacrilato). Juega con la idea de enfrentar texturas, pensando en esa arquitectura en la que el cristal, el acero o el hormigón se adhieren con gran artificialidad y espectacularidad. En relación a esto, el uso del neón remite a lo aparente, una llamada de atención que nos deslumbra, ocultando el vacío, la superficialidad y quizá la decadencia de unos edificios en muchos casos deficientes.
En palabras del crítico de arte Juan Bautista Peiró, «en estos trabajos se libra una inteligente batalla entre algunos conceptos esenciales de la práctica pictórica, tales como el tratamiento de los materiales, las relaciones compositivas, el manejo de texturas en su doble acepción matérica y visual; en definitiva la profunda identificación entre el qué y el cómo. Pero el trabajo de K. Vilabelda se sitúa en las antípodas de cualquier reduccionismo o simplificación formalista o decorativa. Al contrario, hay un decantamiento reflexivo y experiencial que ha venido desarrollando en estos últimos años».
Otro aspecto a destacar es la aparente virtualidad de las obras, el tinte digital de unos escenarios preprogramados, que hacen caso omiso al contexto, siguiendo los mismos patrones en cualquier ciudad del mundo. Al mismo tiempo, en estas piezas grandes, Vilabelda trata de cuestionar la propia pintura y hacer que no parezca pintura, sino luz. Y jugar con la fotografía para que no parezca fotografía sino materia, pintura.
En un segundo grupo de obras de la nueva serie Skyline, tridimensionales y fijas a la pared, Vilabelda crea unas plataformas que hacen referencia a horizontes urbanos. Algunos fragmentos tienen un carácter ready-made, objetos que el artista encontraba durante sus viajes y acumulaba en su estudio. Pruebas de color o de texturas, quizá sobrantes de otras obras mayores. Tras convivir un tiempo con estos objetos, éstos han pasado a conformar una especie de paisaje, retratando el trabajo de los últimos años del artista. Al colocar estas piezas una junto a otra, surge una metáfora de lo que ocurre en el paisaje urbano, una serie de relaciones construidas en el tiempo, con sus roces, sus contradicciones, opacidades y transparencias, superficies mates y brillantes, sólidas o huecas, blandas y duras. Cada una con su identidad propia puesta en relación con el resto.