Mayte Piera nos acerca a los tours que hablan de una València que no aparece en las guías turísticas.
Texto: Mayte Piera
Fotos: Mayte Piera y Milena Villalba
Dice un dicho popular que “conocer es querer” y una buena manera de conocer Valencia es hacerlo de la mano de la empresa Guiding Architects Valencia. Empresa liderada por el arquitecto Boris Strzelczyk que organiza tours a los que se puede apuntar todo aquel que esté interesado en conocer esta ciudad desde puntos de vista muy peculiares.
Cuando alguien contrata un tour para que le enseñen una ciudad lo que espera es que le ayuden a descubrir edificios emblemáticos, plazas típicas, barrios singulares y costumbres populares que lo aproximen al carácter de la urbe que quiere conocer y, en el caso de Valencia, por qué no, terminar el recorrido degustando una exquisita paella a orillas del Mediterráneo.
Guiding Architects ofrece estos tours en su programa, y son perfectos también para los amantes de la arquitectura porque como ya he dicho, ellos son arquitectos. Pero lo realmente interesante de este equipo enamorado de las particularidades de esta ciudad son esos otros recorridos que proponen, que muestran una Valencia absolutamente desatendida y difícil de encontrar en las guías turísticas.
La forma en cómo uno se aproxima a la ciudad determina su percepción sobre ella, y son precisamente las aproximaciones que ellos proponen las que nos hacen descubrir una Valencia desconocida por descuidada. Una Valencia a la que nadie mira y que parece que a nadie interesa. Estos tours suscitan percepciones de la ciudad que distan bastante del concepto que genera la propia palabra. Y precisamente eso es lo interesante, que sus recorridos desafían la noción de tour-ismo y nos acercan a esta ciudad de una manera especial.
Concretamente el último que hice con ellos, planteado para pasearlo en bicicleta, nos llevó a conocer la periferia. La periferia urbana como espacio, pero sobre todo, como manera de observar las relaciones que se establecen entre la ciudad y el territorio.
El tour que estamos a punto de iniciar forma parte de un proyecto más amplio denominado “Periurbano Valenciano” y es el primero de una serie de recorridos por la periferia de la ciudad. Chema Segovia, arquitecto responsable de este, lo presenta con cierta cautela, y avisa de que este tipo de paseos no se pueden calificar como de particularmente bonitos.
L’Espai Verd, Benimaclet, Orriols, la ronda norte, la huerta, San Miguel de los Reyes, el estadio del Levante, el nuevo estadio. A lo largo del tour, el descubrimiento de construcciones que fueron o son actualmente anécdotas urbanísticas nos permite adentrarnos en nuestra propia idiosincrasia, como habitantes y como constructores del espacio urbano, como parte de los creadores de la ciudad que nos representa.
Pero esto es solo parte de lo que vamos descubriendo, porque hay más, mucho más. La periferia es tan rica en experiencias que se desenvuelve de acuerdo a sus propias reglas. Esa especie de zona de nadie, donde da la sensación de que todo vale, la convierte en un espacio realmente intenso donde los elementos se relacionan de manera curiosa.
Estamos en el cruce entre Blasco Ibáñez, la avenida de Aragón y el acceso a Tránsitos. Por momentos y sin ser del todo conscientes, las calles se convierten en carreteras sin una transición clara, el paisaje urbano se abre y cambia de escala, las avenidas aumentan su peso en cuestión de metros, aparecen enormes rotondas que articulan el tráfico. Construcciones con aspecto de edificios viven rodeadas de grandes carteles publicitarios y todo ello convive en un espacio en el que parece que no hay normas. A un lado huerta, al otro autovía, y entre medias, espacios incompletos, trozos de suelo cargados de incertidumbre. Espacios que esperan asumir un uso que aún no ha llegado mientras ejercen de campo de fútbol improvisado o de parquin desorganizado. Y por si todo lo anterior fuera poco, la ciudad invade el territorio, la huerta penetra en el espacio urbano y comienza el caos.
En nuestro recorrido observamos cómo la ciudad, en su crecimiento, atrapa y descontextualiza elementos que absorbe a su paso. Hace desaparecer pueblos convirtiéndolos en barrios, deja espacios de huerta fragmentados y eso hace que se produzca muchas veces un enfrentamiento entre las diferentes partes. Cada vez hay más movimientos vecinales que tratan de darle sentido a la relación de esa periferia con el territorio circundante, que tratan de convertir esos espacios en lugares de aprendizaje, de intercambio de experiencias.
Pero la periferia es violencia, está cargada de contradicciones. Allí se crean tensiones que la convierten en espacio incómodo y complejo. Un lugar incierto donde tratan de encontrar su sitio multitud de registros.
Y lo cierto es que dicho así… vaya un recorrido, vaya una forma de conocer la ciudad. Valencia no es eso, pensará más de uno.
Pero como Boris y Chema explican y uno descubre mientras se pasea por esta especie de caos, la periferia no se puede entender si aplicamos las mismas claves con las que interpretamos el centro de la ciudad. La periferia habla en otros términos, tiene un lenguaje propio que hay que conocer para querer, para analizar y para saber apreciar. En ella ocurren cosas y se dan situaciones que solamente en un espacio bisagra como este pueden ocurrir, actuaciones que serían impensables en el centro.
El tour tiene de todo, desde su parte crítica y reivindicativa hasta su parte cómica. Comicidad producida por más de una escena que raya el surrealismo urbanístico y que hace que se nos escape alguna carcajada.
Lo que queda claro tras realizar el tour de la mano de Chema es que hay que mirar hacia la periferia, que no hay que olvidarla. Que es un espacio irresponsablemente olvidado donde ocurren cosas importantes que no vemos. Y que más allá del relato poético y la visión bucólica que la retratan como espacio de libertad, espontáneo y sugerente, existe una periferia engañosa y manipulable que solo dejará de serlo si estamos atentos a su desarrollo, porque la periferia también es ciudad. Y más que eso, la periferia produce ciudad.