Manuel Martínez Torán
Universitat Politècnica de València
El diseño tiene la suficiente fuerza como para mover y provocar innovaciones sociales ante los cambios actuales y en diferentes formatos, teniendo en cuenta siempre a las personas, el que se lleva a cabo dentro de comunidades y pensando en los sistemas en los que se está trabajando. Además, asistimos a un momento crucial en muchos casos, en el que se está pasando de un diseño orientado hacia las personas, a un codiseño realizado por las personas. Distintas iniciativas, apuntan a procesos más participativos para la mejora de los territorios urbanos, de barrios, de grupos o colectivos sociales, entendiendo a los ciudadanos como prosumidores implicados con sus espacios, normalmente públicos. En el diseño aún son contadas las experiencias participativas y sociales, muchas veces en formato laboratorio como indicaba Curro Claret (1), pero el camino acaba de empezar.
Los problemas que el diseño puede abordar desde la innovación social, involucran a muchos actores. Como afirma Víctor Papanek, “la tarea esencial del diseño consiste en transformar el ambiente y los utensilios del hombre, y por extensión, al hombre mismo” (1971, 24), razón por la cual, conviene ver el diseño como una fuente posible de innovaciones alrededor de los aspectos sociales y ponerla al servicio de aquellos que lo necesitan (Manzini, 2015, 32).
En los últimos años, el diseño y concretamente el valenciano, ha empezado a aportar distintas soluciones que, en mayor o menor medida, responden a propuestas de investigación o proyectos competitivos, apoyados por ejemplo por la Agencia Española de Cooperación, o como procesos que responden a propuestas ya consolidadas en municipios o regiones, como pudiera ser iniciativas como la transformación del Servef convertida en Labora (2) , entre otros. Resulta interesante observar que, aunque se aborden por distintas vías, todas tienen un denominador común: beneficiar y mejorar la vida de las personas. Jornadas como las organizadas por la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana, sedes de DESIS en Valencia como dispone la Universitat Politècnica de València, iniciativas solidarias de cooperación con mucho trayecto desarrolladas desde la Universidad Cardenal Herrera CEU (Fig.1), exposiciones que se han desarrollado en Las Naves ahondando en temas como el diseño inclusivo o social, y los distintos volúmenes dedicados a este tema por la organización de PechaKucha Night Valencia (Fig. 2), demuestran que el contexto es propicio y tiene buena salud.
La función social del diseño
Es a finales de los años 60, cuando se empieza a realizar una crítica a lo racional y al modelo de diseño que se preconizaba tras la 2ª Guerra Mundial, que por un lado no estaba pensado en la esencia del individuo, y por otro, se había desviado de las raíces de esa función social originaria, desvirtuada por criterios economicistas. Será Papanek, quien hable sobre la responsabilidad del diseñador, se conciencie y contribuya en la mejora de las condiciones sociales. Con su pensamiento de los años 70, aparecerán las primeras acepciones de lo que conoceremos como diseño ecológico (principios del ecodiseño) o el diseño universal (inclusivo). (3)
Gracias a esas posiciones, hoy se considera el diseño desde esta perspectiva, en proyectos impulsados por diseñadores que han vivido o viven los problemas glocales (proyecto Mine Kafon Ball, 2011), o que evidencian preocupación por el cuidado del medioambiente (como el caso de Carabage Upcycling Design, que trabaja con jóvenes para alejarlos de la drogadicción desde 2008). Además, el diseño empieza a aportar un capital intelectual respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que han aportado un debate alrededor de esta visión social del diseño (Margolin, 2002; Thackara, 2005; Bonsiepe, 2011 y 2012; Thorpe, 2012; Manzini, 2013 y 2015). Aspectos clave en este sentido son el ayudar a vivir mejor, poder reducir la huella ecológica y regenerar el tejido social (Lou, Valsecchi y Diaz, 2013, 2):
(…) a pesar de las buenas intenciones de muchos, el diseño aún sigue siendo mucho más ‘parte del problema’ que ‘parte de la solución’; sirviendo más para acelerar los procesos insostenibles en lugar de promover nuevas formas de ser y de hacer para ayudar a los individuos y a que las comunidades vivan mejor, reducir su huella ecológica y regenerar el tejido social.
Reducir la huella ecológica
Nadie niega que cada vez se presentan situaciones urgentes en todo el mundo (efectos del cambio climático, respuesta ante el volumen de plástico, etc.) y sobre las que hay mayor conciencia social. Una conciencia ética que traspasa los límites del consumo y busca nuevos modelos de producción, reutilización o desecho, desde criterios sostenibles, que ya estaban enmarcadas en las declaraciones del informe Brundtland (1987, 43).
Ejemplos desde el diseño, como los desarrollados en recuperación de plásticos, como la iniciativa mundial Precious Plastic, ejecutada por el diseñador Dave Hakkens, quien pensó en una solución en términos Do It Yourself, al darse cuenta de que no había tecnología de reciclaje de uso personal, ayuda a tomar conciencia sobre el ecosistema marino inundado de plástico y hoy esta red está presente en red en los cinco continentes, siendo el caso de “Precious Plastic La Safor”, el actualmente más activo de la Comunidad Valenciana. De igual forma, otros formatos promueven la reutilización de materiales para la creación de objetos a los que le dan una segunda vida, como el grupo valenciano “Makea Tu Vida” que ya con su plataforma “El-Recetario.net”, proponía en 2007 recetas para la construcción de objetos, mobiliarios, espacios y sistemas a partir de materiales descartados (Fig. 3).
Es claro que este cambio no tiene una respuesta puntual, sino de conciencia y acción global, que puede pasar por hacer propias las medidas ultra nacionales o globales, como empezar a evaluar el cambio ambiental y su impacto, conectar producción y consumo, o vincular de forma más efectiva, las cadenas de suministro a las demandas del consumidor. Ámbitos como la recuperación o reutilización de ropa (Upcycled), orientado hacia el aprovechamiento de productos, los materiales de desecho para fabricar nuevos materiales o productos más elaborados o de mejor calidad, dan forma a distintas iniciativas con mucho empuje. En el caso valenciano ya se vienen promoviendo desde hace años con “Upcyclick”, iniciada por Mariola Marcet, o actividades que recientemente se pusieron en marcha (2021) como el grupo “Moda +Sostenible València”, con sede en Las Naves. Por este motivo, es necesaria la organización activa para recomponer el ciclo de la moda, otorgándole nuevas vidas optimizadas a las prendas (Fletcher y Grose, 2012).
Este tipo de propuestas siguen siendo necesarias, cuando los avances tecnológicos han dado lugar a la reducción de la vida útil del producto y a unos consumos absurdos. Es así, como se están elaborando productos duraderos y sostenibles, gracias a sistemas como el cradle to cradle, que vinieron a configurar el diseño circular (Braungart y McDonough, 2005). La economía circular está dando un paso más, tratando de romper con el proceso lineal de hacer, usar y desechar, proponiendo buscar en este ciclo una rentabilidad ambiental y económica. Entre otras iniciativas, conviene citar la desarrollada por la reconocida agencia de diseño IDEO (2016) junto a la Fundación Ellen MacArthur, que han permitido adaptar metodologías design thinking (Circular Design Guide, 2016). En Valencia, la ADCV, toma la iniciativa de poner en marcha, a finales de 2020, el proyecto y observatorio “En Circular” (Fig. 4).
Regeneración del tejido social
Respecto a la regeneración del tejido social, es de gran ayuda tomar como referencia al diseño activista, que pasa por la cultura slow (2009) (5), el diseño para el cambio del comportamiento (2010) y el diseño de transición (2012). (6)
El ‘diseño para el cambio de comportamiento’ (conocido también como design for behaviour change, design with intent o design for sustainable behaviour), promueve un cambio de comportamiento sostenible y se toma el diseño como una práctica creativa y colectiva para la resolución de problemas sociales desde el conocimiento y la capacidad de elección de las personas para aumentar su bienestar, que pasan a ser sujetos de diseño (Fig. 5). El objetivo principal, es influenciar sobre el comportamiento humano mediante el diseño, para un beneficio social y ambiental.
Para finalizar habría también que hablar del esfuerzo orientado hacia la cooperación al desarrollo, y que ha dado lugar a interesantes proyectos, o el trabajo que se puede hacer permitiendo desde el diseño las tecnologías y sus aplicaciones sean más accesibles (Fig. 6). También tendríamos que decir que es necesario documentar esos trabajos de diseño, como el que supuso participar y dar solución a distintas propuestas de protección durante el COVID. En todas ellas, conoceremos cómo el diseño y sus investigaciones han sido, y son, un factor de influencia, y con ello, ayudan a mejorar la vida de muchas personas
Para terminar
La mayoría de las propuestas del diseño valenciano que ocupan esta breve reflexión, están orientadas por el diseño como fuente de innovaciones sociales y tienen un denominador común. Son distintas iniciativas, que apuntan todas a procesos participativos para la mejora de los territorios urbanos, de barrios, de grupos o colectivos sociales, tomando como referencia modos de vida sostenible, democráticas, centradas en las personas y el respeto al medioambiente. Especialmente, con Papanek, pero, también, con distintos autores que desde los años 70, han aparecido y presentado sucesivas posturas críticas frente al gran consumo desde posiciones de diseño, y que son el origen formal de un diseño social que siempre ha estado presente en la historia del diseño.
Gracias al codiseño y el diseño participativo, podemos lograr estas metas, estar más cerca de las personas y buscar soluciones centradas en ellas. Productos, marcas y servicios más ecológicos, en los que aparecen modelos asociados a la economía circular, y preocupados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Finalmente, observamos cómo el diseño se convierte en una práctica creativa y colectiva para la resolución de problemas sociales desde el conocimiento y la capacidad que tienen las personas para aumentar su bienestar, y permite a diseñadores y a otros profesionales, un comienzo imprescindible para abordar cuestiones sociales y ambientales desde el cambio en el comportamiento de las personas.
Notas
1.- Webinar Innovación social, Arxiu del Disseny, 2022.
2.- Irene Reig, Nou Servef. 1ª Jornadas para la innovación socla y diseño social, ADCV, 29-30/10/2020
3.- Esa reflexión tiene una de sus primeras miradas en la figura de Enzo Mari (proyecto Autoprogettazion, 1971), y de lo que posteriormente se denominó como diseño democrático, o en las del colectivo Des-in de la Escuela de Offenbach (1974). Será entonces cuando nazca el diseño activista como tal, que en distintos rangos de respuesta pretenderán hacer una reflexión sobre el mismo diseño, desde posiciones más provocativas (siendo uno de sus mayores exponentes Alexander Mendini, a través del Radical Design), hasta las que muestran el problema directamente (como las propuestas de reciclaje de Tejo Remy, desde Droog Design). Estas manifestaciones, se presentaron en diferentes muestras entre los años 1985 y 1991, como fueron “The Green Designer” (1986), “More from Less” (1990) y la conferencia “Green Design: Beyond the Bandwagon” (1990).
4.- La economía circular, ha tenido como referentes la biomímesis (Benyus, 1997), el diseño regenerativo (Lyle, 1994), la ingeniería ecológica (Mitsch y Jørgensen, 2003) o la economía azul (Pauli, 2010).
5.- Que sitúa al individuo en primera persona, y de este modo, busca mejorar la calidad de vida de la comunidad mediante el diseño de productos, servicios y entornos sostenibles, combinando una metodología cuidadosa y una desaceleración de la vida siguiendo los preceptos de la naturaleza y un consumo reflexivo. Es una extensión del movimiento slow food, añadiendo los principios y valores de la sostenibilidad integral, e incorporando un pensamiento más biocentrista en las metodologías aplicadas al diseño (Fuad-Luke, 2009).
6.- El ‘diseño de transición’, es una práctica de innovación social para crear estilos de vida alternativos en armonía con la naturaleza. En este caso, las metodologías utilizadas son participativas, colaborativas e interdisciplinares, desde donde se prioriza la acción directa, y en consenso de los agentes que tienen que intervenir, sobre una situación o problema a resolver.
7.- Referenciar iniciativas y proyectos como las de Artemis, Espais inclusius, Sortim-nos, Frena La Curva, studi Granissat, Reflash, Litera Libros, estudi Democràcia, proyecto Paellis, Colla Paper, Ca Climent, Monnou, o más recientes, como Humanitaria o Chócala! Eco-Design, entre otras, son ejemplos vivos de activismo de diseño valenciano, y de una preocupación por lo social, la vida sostenible y la inclusión.