Editorial: Premios Nacionales de Diseño, una decisión coherente

La decisión de no convocar una nueva edición de estos Premios ejemplifica a la perfección el trato dispensado al diseño en la Comunidad Valenciana y España.

Tomás Gorria / Paco Ballester

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Cuando hace poco más de un año escuchamos a Alberto Fabra en la ceremonia de los Premios Nacionales de Innovación y Diseño 2012, en un desangelado edificio testigo de otra época, hablar con un previsible discurso sobre como su gobierno apoyaba la innovación y el diseño como elementos estratégicos  en la nueva economía, observábamos los rostros de los diseñadores valencianos presentes en la sala, con un semblante entre la incredulidad ante el cinismo (o tal vez ignorancia) del gobernante y la melancolía de quien ya había asistido a discursos del mismo cariz. Aquel año, no tan lejano, se premió la trayectoria de un diseñador valenciano, Nacho Lavernia, y de una empresa de nuestra tierra, caso de Royo Group.

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No hay una conciencia entre los gobernantes valencianos acerca de la importancia del diseño porque no hay una cultura del diseño en la sociedad, y viceversa, no hay una cultura del diseño en la sociedad porque los gobernantes carecen (más allá de parlamentos superfluos) de conciencia de lo que es el diseño y la innovación. Por eso la noticia de que el gobierno español retira la convocatoria de los Premios Nacionales de Innovación y Diseño no nos sorprende, al contrario, resulta coherente con un gobierno que ya se deshizo de la Sociedad Estatal para el Desarrollo del Diseño y la Innovación o (en el caso más cercano a nosotros) del IMPIVA, organismos sobre los que pivotaban las competencias sobre diseño.

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No se trata de creer que el diseño es la solución para todos los males sociales, pero no parece que sea casual el hecho de que las sociedades más avanzadas son aquellas en las que el diseño está más presente en la vida cotidiana de sus ciudadanos. Desdeñar el diseño es renunciar a tener mejores hospitales, mejor política de reciclaje o mejores y más duraderos muebles. Desdeñar el diseño es renunciar a que nuestros productos se vendan mejor o que la competitividad de nuestras empresas no dependa tan sólo de salarios bajos.

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La decisión del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España de no convocar los Premios Nacionales es como lo fue la desaparición del Impiva, es despreciar el diseño, tirar por tierra los esfuerzos que desde asociaciones e instituciones relacionadas con esta disciplina se llevan a cabo para dignificar el sector, y un doloroso puntapié en el recuerdo legado por la trayectoria de profesionales y empresas como N. Lavernia, Dani Nebot, Miguel Milá, André Ricard, Óscar Tusquets, Enric Satué, Alberto Corazón, Josep Lluscà, Jorge Pensi, Cruz Novillo, Punt, Andreu World, Alberto Lievore, Javier Mariscal, Mario Eskenazi, Santa & Cole, Isidro Ferrer, Roca, Mobles 114, Antoni Arola, Nani Marquina, Óscar Mariné, Kettal y tanto otros cuyo trabajo sirvió para que el diseño realizado en España fuera, antes de campañas vacuas, verdadera Marca España.