Muestra abierta hasta el próximo 31 de enero.
Información sobre la galería:
Galería The Blink Project: C/Carrasquer 6, 46001 Valencia
Información sobre la muestra:
Clausura: 31 enero de 2020
Texto: Carlos Delgado Mayordomo. Crítico de arte
«GUÁRDAME EL TIEMPO. Apuntes sobre la obra de Carmen Ortiz»
«¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo a quien me pregunta, no lo sé» San Agustín, Confesiones
Una inabarcable masa visual tecnológica domina nuestro presente. Estamos sometidos a la «continuidad interminable de la experiencia mediática» que nos impele a ver imágenes cuyo valor procede de la fuerza de su impacto. La poética de Carmen Ortiz se sitúa a contracorriente y desaloja todo aquello que tenga que ver con el espectáculo y el exceso. La artista trabaja por sustracción, y sus herramientas formales son el vacío, la elipsis, el blanco, la geometría y las sombras. Este carácter reductivo es coherente con su indagación temática: cuestiones que definennuestra relación con la realidad pero que, sin embargo, no pueden ser «representadas» porque habitan más allá de la visión.
En esta cita, compuesta por esculturas de hierro lacadas en blanco, Ortiz interpela un tema tan complejo como es la naturaleza del tiempo . No es la primera vez que trabaja en torno a esta cuestión: en su anterior proyecto, titulado Devenir, la artista abría —literalmente— puertas de acceso al misterio que supone el futuro y el deseo de llegar a ser. Ahora, su nuevo trabajo también reflexiona acerca del problema de la temporalidad, pero su atención recae en las características que ha impuesto la modernidad occidental: nos referimos a ese tiempo global, tecnológico, lineal, causal y capitalizado, que controla todas y cada una de las situaciones de nuestra vida. Frente a ello, Ortiz ha construido un site specific que nos ofrece la posibilidad de abordar lo temporal más allá de lo «productivo», y también como una multiplicidad de líneas y experiencias que no tienen un único centro ni están obligadas a ir en una sola dirección.
El comisario Francisco Ramallo ha utilizado los términos «papiroflexia ficticia» en su análisis de laproducción de Carmen Ortiz. Y, efectivamente, sus esculturas invitan a ser leídas como un trampantojo que simula hojas de papel, dobladas y cortadas convenientemente para generar formas geométricas. Pero la clave de lectura radica en su dimensión y, sobre todo, en su ubicación en el espacio: la autora introduce aquella sensibilidad literalista que el crítico de arte Michael Fried señaló, a finales de los años sesenta, a propósito del minimalismo, y que supuso un importante cambio de paradigma en las prácticas artísticas: «Mientras que en el arte anterior —señalaba entonces Fried— lo que ha de obtenerse de la obra se localiza estrictamente dentro de ella, la experiencia del arte literalista es la de un objeto en una situación que, por definición, incluye al espectador» . Frente a la contemplación pasiva que había definido el arte de la modernidad, seproponía un nuevo espectador activo que, además, completara la obra.
Como ocurre con los trabajos que en aquellos años realizaron Donal Judd o de Robert Morris, tampoco la obra de Carmen Ortiz puede ser aprehendida en un vistazo: es necesario experimentarla —es decir, recorrerla y pensarla— temporalmente en el espacio. Al mismo tiempo, la autora se aleja de la ortodoxia minimalista e introduce factores sensibles y emocionales: la ilusión, eltrampantojo, la inmaterialidad y, sobre todo, la dimensión escenográfica de una luz que reactivael blanco y modula las sombras. El resultado es una cartografía abierta y donde no resulta operativo caminar en una sola dirección: el presente del espectador se compone de una suma de tiempos en movimiento, «de pasados que no acaban de irse y de futuros que nunca llegaron». Carmen Ortiz plantea preguntas acerca del problema de la temporalidad y, también, nos ofrece condiciones de posibilidad para tratar de resolverlas desde nuestra propia experiencia subjetiva.