La ilustradora y diseñadora nos abre las puertas de su estudio, lindante entre los barrios de Russafa y Eixample.
Texto: Paco Ballester
Fotografía: Tomás Gorria
Lina Vila vive y trabaja desde un bonito apartamento con altillo que linda entre Russafa y Eixample. Litografías de Tintín y Paco Bascuñán cuelgan de las paredes de su vivienda-estudio. Podríamos considerar a Lina como integrante de una segunda generación histórica de diseñadores valencianos. “Aprendí de la primera hornada, la compuesta por La Nave, y me siento muy, muy contenta de haber podido trabajar al principio de mi carrera con profesionales como ellos”, como ella misma afirma.
Su vinculación con el diseño no fue una relación clara a priori ni mucho menos, como cuenta la propia Lina: “Al terminar Bellas Artes no existía una enseñanza de Diseño Gráfico tal y como la entendemos ahora, y yo andaba muy perdida. Por los años 84-89 me tropecé con Manuel Lecuona y Gabriel Songel que estaban al frente de asignaturas en las que se impartían aspectos relacionados con el diseño y en ese momento fue cuando supe qué era lo que de verdad me gustaba”.
Tras un periodo de trabajo en estampados infantiles, Lina aterriza en Gandía Blasco cuando la firma valenciana atravesaba una etapa de reinvención. Sandra Figuerola y Marisa Gallén diseñan una colección de alfombras que alcanza un gran éxito mientras que Lina se responsabiliza del diseño de la colección infantil. “Añadí muchísimo color a unos elementos geométricos que se transformaban en simpáticos personajes y esa colección tuvo mucha repercusión, ayudado también por un packaging transparente diseñado ad hoc para esas alfombras”, explica Lina.
Aunque la diseñadora pensaba que su trabajo se encaminaría en esa dirección, muy pronto formaliza su primer estudio propio (años 90-91) con una dualidad que siempre ha marcado su carrera: un pie en la ilustración y otro en el diseño, pero con un referente común en el horizonte creativo: los niños. Lina lleva más de quince años codo a codo con su socia, Maite Ilundáin, quien se encarga de la gestión, la dirección de proyectos y el contacto con clientes, algunos de los cuales (“los clientes de tamaño mediano, podríamos decir”) han desaparecido como consecuencia de la crisis. Ilundáin procede de la compañía Eroski, para la que Vila ha desarrollado múltiples proyectos: diseño de packaging (más de 1.500 productos), manual de la marca propia o diseño textil. En estos momentos también trabaja para otra gran firma como Consum. Algunos de los proyectos de los que se siente más orgullosa tienen como destino el ámbito de la música: Instituto Valenciano de la Música –“un cliente muy respetuoso y además admirador de Jim Flora”, añade Lina- dónde desarrolló la imagen del festival Xàbia Jazz, entre otros.
Lina destaca un proyecto que a pesar de contar con un inicio prometedor, se encuentra en estos momentos en una situación de parón indefinido: una colección de souvenirs de diseño bajo la denominación “Valencia, la esencia”, con el trabajo de los Hermanos Moro y la animación checa como referencia, que contó con una presentación realizada por Josevi Plaza (Contexto Comunicación). “Un proyecto que comenzó muy bien, con la presencia de la colección en CACSA, El Corte Inglés, distintos museos… Pero llegó la crisis y se fue al suelo. Como anécdota, comentar que la presentamos directamente al Ayuntamiento de Valencia. Su reacción fue plagiarla con algo infinitamente peor”.
A lo largo de su trayectoria profesional, el humor ha sido una constante en el trabajo de Lina Vila. “Mi padre era un guasón –reconoce Lina- y recurro constantemente al humor, con referencias a la España de la pandereta, Berlanga o Paco Martínez Soria”. Entre sus mayores influencias, como es perceptible, Lina señala dos clásicos: el ilustrador francés Savignac, y por supuesto, Jim Flora.
Lina confiesa que funciona de manera intuitiva, a impulsos, con una gran necesidad de trabajar de continuo, aunque siempre termina volviendo –“me encanta trabajar para los niños”- al mundo infantil. Hace tres años la diseñadora percibe un cambio en el ámbito digital y se fija en el auge del mercado on-line. “Comencé a desarrollar un proyecto basado en mi stock de ideas, personajes o ilustraciones”. De aquí surge Stocklina, que aúna distintas líneas de negocio que permitan a Lina Vila ilustrar, diseñar y colocar en la red, con la opción de descarga para usuarios. “Vas viendo errores y corrigiendo sobre la marcha. La intención era crear ilustraciones que los padres pudieran imprimir para colaborar con sus hijos a la hora de hacer manualidades. El paso final es que sirvan como elementos de decoración”.
Stocklina ha servido a Lina Vila para tener una base sólida de producto, pero era necesario que tuviera presencia en ferias especializadas de cara a su difusión internacional. Por ello Vila se puso en contacto con Monday to Friday, agencia de licencias con sede en Barcelona. A través de ellos han llegado los primeros proyectos, como la baraja de Heraclio Fournier y los gadgets de la empresa alemana I like paper, que ya se venden on line. En un futuro cercano, Lina Vila cita su próximo trabajo: juegos para niños producidos por la empresa barcelonesa Apli.