Moosehorn, recuperar la bici como sensación

Proyecto en torno al ciclismo desarrollado por Curro Galván.

 

El proyecto Moosehorn nace de una obsesión: cambiar los componentes de las bicicletas urbanas para adaptarlos a las necesidades de los desplazamientos por ciudad. Todo empezó por la fabricación de un manillar de madera para el propio diseñador: Curro Galván, autor del proyecto. Al mismo tiempo, esta obsesión se ha ido desgajando en otras cuestiones que tienen que ver con un modo propio en el estudio de Galván por hacer las cosas más sencillas, atractivas y fáciles, haciendo uso de las últimas tecnologías, las técnicas más artesanales y la experimentación con materiales y formas.

 

Moosehorn pone un un punto y aparte en el deporte, puesto que para ellos «no llega a ser deporte hacer 10 km. al día para ir al trabajo, sino aprovechar el trayecto para disfrutar de un paseo por la ciudad, sin encerrarte en una lata de una tonelada que sólo te transporta a ti y a tu mala leche». En palabras del mismo Curro Galván: “Las necesidades de este ciclismo son diferentes, los trayectos más cortos, la gente no va vestida de superhéroe mientras monta y lo que prima es la percepción sobre la función misma. Queremos aumentar la función de dirigir la bici con otros intangibles que para nosotros son igual de importantes”, argumenta en una entrevista para la web psychonauts.es.

 

Por eso sus manillares se han convertido en un icono en el cosmos de su catálogo, cuya textura agradable, forma singular y compromiso medioambiental, lo convierten en un producto que le da un giro al concepto del ciclismo, llevándolo a sus orígenes para recuperar esta afición, en la que, como puntualiza Galván, «la contemplación, el pedaleo sin rumbo y las ganas de disfrutar del paisaje, y el mismo vehículo, estaban -y deberían estar- por encima de todo».