Diseñador de interiores y colaborador de La Cartelera de Levante-EMV, Ortuño nos habla acerca de su trayectoria, proyectos y su visión sobre el interiorismo.
Procedente de una familia relacionada directamente con el arte (música, escultura, pintura, dibujo y arte dramático), Fernando Ortuño (Valencia, 1968) lleva desde el año 1988 trabajando como diseñador de interiores, inicialmente por cuenta ajena y desde 1998 como interiorista independiente. Por otro lado y desde hace casi dos años firma cada viernes en La Cartelera del Levante-EMV los reportajes sobre proyectos de interiorismo realizados por profesionales valencianos.
En el año 1998 crea la f@ctoría, una idea que nació, como el mismo interiorista admite, durante su etapa de aprendizaje en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia. “Lo que es hoy en día la f@ctoría ha evolucionado acorde con mi visión de lo que me rodea, y de como ha cambiado nuestro entorno en estos últimos 25 años”. Gracias a su trayectoria previa, los proyectos en el nuevo estudio venían encadenados. Uno de los más importantes realizados por este estudio valenciano (gracias a su relación con el mundo de los revestimientos cerámicos) fue el diseño de la sala de exposiciones del edificio social para la firma de cerámica portuguesa Revigres (año 1998), llevado a cabo por el arquitecto Álvaro Siza. “Realizamos el proyecto y nos trasladamos una semana a Oporto para perfilarlo, tuvimos el placer y la experiencia de trabajar lápiz con lápiz con el propio Siza”.
Esta sucesión de trabajos, tal y como reconoce el propio Ortuño, en última instancia y debido a la inercia, trajo un perjuicio secundario: “El excesivo volumen de trabajo produjo que descuidáramos la ideología inicial del estudio en favor de la cantidad. Eran trabajos correctos, pero no eran los proyectos que yo quería hacer”. El momento crítico para la f@ctoría llegó antes del crack de ladrillo por una situación de impago de un proyecto, por lo que el estudio valenciano encabezado por Ortuño sufrió una reconversión necesaria justo antes del periodo de crisis. Ese punto de inflexión (2004-2005) fue una buena oportunidad para Ortuño a la hora de replantear el discurso del estudio. “En principio, me aislé del mundo del interiorismo durante un año”, reconoce Ortuño, “y después no quería volver con el mismo criterio, volví a salir a la calle, a relacionarme con mi profesión, con otros estudios creativos de distintas áreas y con algunos de los constructores que conocía de antes del comienzo de mi propia crisis”.
Fernando Ortuño entiende el diseño de interior como una manera de mejorar la calidad de la vida de las personas, “creo que es importante socializarlo, que tengan acceso al diseño el mayor número de personas posibles”. A la hora de reflexionar sobre el diseño de interior, Ortuño apunta que un buen proyecto se basa en un minucioso ejercicio de reflexión, con la funcionalidad como uno de los pilares clave. “El coste de construcción o el de los materiales es muy variable, si la distribución funciona, el diseño funcionará”. Fernando Ortuño apunta el papel del diseñador de interiores como “gestor de los recursos del cliente, sobre todo cuando te das cuenta de que está haciendo un gasto innecesario. El cliente no debe vernos como malgastadores de sus recursos. Está en nuestra profesión de interioristas racionalizar el consumo, tanto en la ejecución como en el mantenimiento posterior al fin del proyecto tanto a escala monetaria como energética”.
Fernando Ortuño lleva un tiempo explorando los distintos usos que pueden darse a un espacio a través del diseño expositivo. “El espacio es nuestra materia prima, el diseño de interior consiste en transformarlo y adaptarlo para que se pueda llevar a cabo cualquier actividad que quepa en él, desde una vivienda hasta una exposición, desde un negocio hasta una performance. Es un campo en el que estamos investigando y que deseo que sea el futuro de la f@ctoría”
En relación con esta faceta del diseño expositivo, Ortuño alaba la actividad cultural independiente que se está generando justo en este momento coincidente con un tiempo complicado para la difusión de la cultura y el arte, “no está sufragado con dinero público y por lo tanto no está sujeto a ningún limite ni censura. Existe un sector anclado en la queja, que con anterioridad ha dependido de las subvenciones y que ahora es absolutamente incapaz de crear nada”. En el lado contrario se encuentra un sector que está produciendo canales culturales alternativos que funcionan, “en los que tienen libertad para hacer lo que les de la gana, ahí es donde la f@ctoría quiere tener su sitio”.
Por último, Fernando Ortuño profundiza en su faceta como articulista en Levante-EMV. “Surge de una manera casual. Tenía un blog donde escribía sobre distintos aspectos de la profesión. El CDICV propuso a Levante-EMV que llegado el momento de iniciar los reportajes para La Cartelera, fuera un interiorista quien se hiciera cargo y les agradezco que confiaran en mi para ello”. La iniciativa se ha expandido durante casi ya dos años, en los que Ortuño ha realizado más de cien artículos “antes más descriptivos, ahora con más carga opinativa”. Una tarea escrita a través de la cual Ortuño sigue explicando a los lectores “quienes somos los diseñadores de interior y qué es lo que hacemos”.